Los osos y leopardos proliferan en Cachemira

La controvertida región de Cachemira, el territorio himalayo dividido entre Pakistán y la India, se ha convertido en el paraíso de leopardos, osos y otros animales salvajes desde que, en 1989, comenzara la insurrección separatista que ha hecho proliferar la población. Tal es su número que los responsables de los servicios de medio ambiente, dentro de poco, pondrán en marcha un estudio para censar esta rica población animal.


Desde 1997 la caza está prohibida en Cachemira, así como el comercio de pieles de animales en vías de extinción
Rashi Naqash, uno de los responsables de la zona, asegura que Cachemira se ha convertido en un paraíso de animales salvajes por una sencilla razón: «No sólo la caza está estrictamente prohibida desde hace diez años sino que sobre todo los cazadores furtivos no actúan por temor a quedar atrapados entre el fuego de los militares y de los separatistas», comenta. Desde 1989 la parte india de Cachemira está azotada por una insurrección separatista islamista, que ha causado 42.000 muertos, según las autoridades, mientras que los rebeldes duplican esa cifra de víctimas. Además la población local ha tenido que entregar las armas a las autoridades, so pena de ser considerados y tratados como rebeldes. «Así, quedan muy pocas armas para matar animales y aves», se congratula Naqash. Desde 1997 la caza está prohibida en Cachemira, así como el comercio de pieles de animales en vías de extinción. «Es una buena noticia para la protección de la naturaleza porque ahora los cazadores furtivos saben que incluso si logran matar un animal, no podrán sacar nada de ello», añade aún más satisfecho el responsable. Otras especies se han visto favorecidas por esta tregua, como las cabras de la especie capra hircus, frecuentes en las montañas asiáticas, afirman otros defensores del medio ambiente. Aunque son difíciles de censar «algunas especies de aves, como la perdiz negra o el faisán, son dos veces más numerosas que en 1990», asegura A.K. Srivastava, jefe de los servicios de protección de la naturaleza en la región. En cambio otras especies, como el ciervo de Birmania, se han convertido en las presas preferidas de los cada vez más numerosos predadores como «los leopardos, que los diezman», explica. «Visto el aumento de los leopardos, será imposible impedir sus ataques, a menos que tomemos medidas», previene Srivastava, que cita como ejemplo la creación de recintos cercados para proteger a los ciervos, que en sólo unos años disminuyeron de 200 a 150 ejemplares. Pero a los leopardos parece gustarles también la carne humana, como ponen de manifiesto los 36 campesinos muertos y los 217 heridos por esos animales, y también por osos, en los últimos dos años. Los responsables autorizaron partidas para cazar a los predadores, pero pocos de ellos han sucumbido a las balas de los guardabosques. «Mis hombres sólo mataron un leopardo, los demás escapan a las balas porque corren muy rápido», explica Srivastava.
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