Cazador hasta el fin de sus días: 80 años practicando y viviendo la caza
Cataluña

Cazador hasta el fin de sus días: 80 años practicando y viviendo la caza

Un cazador catalán celebra esta temporada su 80 aniversario en la caza. Obtuvo la licencia de caza y el permiso de armas en el año 1944. Con 97 años continúa con la misma pasión por la caza que el primer día.


Hablamos de Domingo Ferrer, más conocido como «L’Avi», nacido el 6 de marzo de 1926. Un apasionado a la caza del jabalí en batida. Modalidad que continúa practicando en la actualidad.

Cazaba para llevar carne a casa

"La primera vez que fui a cazar tenía 14 años. Fui solo. Mi padre era cazador, pero hasta la fecha no había podido ir de caza con él. Eran otros tiempos. Desde muy pequeños teníamos que ayudar a la familia para subsistir. Cazaba conejos y perdices. Mi madre se ponía muy contenta cuando aparecía con alguna pieza en casa.

Mi primer perro de caza no era de raza, pero me señalaba donde estaban las patirrojas para que yo pudiera abatirlas con mi escopeta paralela de perrillos del calibre 16. Era muy buen tirador, la vida no estaba para desperdiciar cartuchos. La primera vez que cacé perdigones derribé 9 perdices seguidas del primer disparo".

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Domingo no contempla retirarse de la caza, porque, como dice, cuando se es cazador, se es cazador, y se muere siendo cazador.

Los domingos los pasaba cazando con su hermano

"Iba a cazar, sobre todo los domingos y festivos, con uno de mis hermanos mayores. La jornada de caza finalizaba a las 17:00 horas tras estar más de 8 horas detrás de las perdices. El terreno en el que cazábamos eran viñas. Cuando encontrábamos alguna higuera comíamos higos o almorzábamos algún racimo de uvas. No nos hacía falta llevarnos comida, todo lo cogíamos del bosque. Con el paso de los años adquirí una escopeta de caza del calibre 12 para cazar conejos, liebres y perdices.

Antes había conejos por todas partes, siempre abatíamos alguno. Las perdices también eran muy abundantes. Liebres había menos que patirrojas y conejos, pero también cazábamos alguna. Durante dos años, de 1947 a 1949, tuve que prestar el servicio militar, pero iba de caza cada vez que tenía permiso y estaba permitida la actividad. Dada mi puntería. en el ejército me hicieron tirador de primera. En aquellos tiempos en Santa Coloma éramos cinco o seis cazadores. Los que cazábamos habíamos heredado la afición de nuestros padres".

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Junto a su nieto y un extraño jabalí de manto blanco.

No pudo cazar durante unos años porque tuvo que construir su vivienda

"Con 24 años me casé con Montserrat. Al casarnos hubo un tiempo que no pude ir de caza porque necesitaba hacer horas extras para conseguir dinero para construir mi casa familiar. Cuando estuvo todo arreglado, volví a sacar la licencia para volver a ir de caza. Entonces íbamos los domingos y Montserrat venía conmigo. Ella no disparaba, pero le encantaba ir de caza.

Las piezas que cazábamos luego las cocinábamos en casa. Unos años más tarde, los domingos por la tarde, comenzamos a bailar. Entonces, por la mañana yo me iba de caza y ella se quedaba en casa. La mayoría de los días iba yo solo a cazar, pero alguna vez algún vecino o amigo me pedía venir conmigo. Mi yerno Ramón me acompañaba alguna vez de caza, pero venía sin escopeta, hasta que le convencí para que se comprara una".

Sus nietos han heredado su pasión por la caza

"Años más tarde, mi nieto Adam, antes de irse a clase, me preguntaba dónde estaría a la hora de salir del colegio. Yo le decía en qué viña o en qué lugar le esperaba y cuando acababa las clases venía a encontrarse conmigo para cazar. Así empezó su afición por la caza. En aquellos tiempos solo tiraba yo porque él era muy pequeño aún. Algunos domingos nos reuníamos los tres, mi nieto, mi yerno y yo para ir de caza".

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Domingo junto a su nieto en una de las últimas cacerías en las que han participado. A la derecha, el veterano cazador junto a uno de los jabalíes de mayor tamaño que ha abatido en sus 80 años como aficionado a la cinegética.

Su nieto le inició en la caza del jabalí en batida

"Años más tarde mi nieto Adam empezó en la caza mayor. A mí me habían operado de ambas rodillas y ya no podía caminar tanto. La caza menor ya se me hacía complicada. Entonces mi yerno se quedó cazando en Santa Coloma y yo me fui con Adam a probar la caza mayor. Mi familia me ayudó en este periodo a superar la muerte de mi esposa.

Mi nieto fue quién me invitó a acompañarle a la caza del jabalí y el primer día fui sin escopeta. El jefe de la cuadrilla, Albert, actual cabeza del grupo, me dijo nada más verme que cuando fuera con ellos me llevara el arma. Antes de empezar a ir de caza con la cuadrilla de Anglès ya había matado dos jabalíes.

Si no recuerdo mal, tenía 84 años cuando me uní al grupo. A algunos de los cazadores ya los conocía, allí cazaba el que había sido mi jefe en la empresa en la que trabajé como encargado, y siempre me ponía la mano en el hombro y decía que yo era el mejor encargado que había tenido nunca. El primer año que fui con ellos, recuerdo que derribé tres cochinos.

Sigue cazando con 97 años

Actualmente, continúo cazando con la misma colla de cazadores. El jabalí de mayor tamaño que he abatido pesaba 94 kilos. Ese día se cazaron dos del mismo peso. Muchos cazadores me felicitan por continuar cazando a mi edad. Valoro mucho cómo la gente de la cuadrilla celebra siempre cada uno de los cochinos que abato. Alguna vez pienso que ya me toca retirarme, pero luego digo “qué va, tengo que ir”. Cuando se es cazador, se es cazador, y se muere siendo cazador".

 

Colaboración de Mónica Lobato y Eusebio Ezquerra, creador y administrador del grupo de Facebook Solo Jabalí.

 


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