Abate un ciervo con su cuerpo plagado de cornadas y la punta de un asta aún clavada en el cráneo
Ávila

Abate un ciervo con su cuerpo plagado de cornadas y la punta de un asta aún clavada en el cráneo

Durante el período del celo del ciervo, se suceden los enfrentamientos entre los grandes machos por hacerse con los mejores territorios y las hembras que en ellos habitan. Te mostramos las consecuencias de estos combates en el físico de un ciervo cazado al rececho en la Sierra de Gredos.


El ejemplar ha sido abatido por uno de los clientes del joven gestor cinegético Alfonso Prieto, propietario de la cinegética Top Spanish Hunting, en un apasionante rececho a finales de septiembre en un coto privado situado en Ávila.

Caza del ciervo en abierto a rececho durante el periodo de berrea

"Después de unos días recechando ciervos en la montaña leonesa decidí dar por finalizada la temporada de la caza del ciervo en berrea en Gredos. Disponía de una autorización para abatir un venado medallable. Los días previos al inicio del periodo de celo de los ciervos localizamos un macho que cumplía con las características del ejemplar que estábamos tratando de abatir.

Elegimos cazar en esa fecha en la Sierra de Gredos ya que el celo se encontraba en pleno apogeo. La primera mañana de caza nos dirigimos al lugar en el que habíamos visto al macho en varias ocasiones, pero había sido expulsado del lugar por otro ejemplar. Tras varias horas de espera no logramos ver al ciervo que berreaba en la espesura para determinar su tamaño. Abandonamos la zona e intentamos aproximarnos a otro venado con un trofeo medallable que teníamos ubicado en otro escenario del acotado.

La intentona fue infructuosa ya que tampoco pudimos ver al ungulado. Volvimos sobre nuestros pasos para asomarnos a la cuerda en la que habíamos oído por la mañana al ciervo que se había apropiado del terreno que ocupaba el macho que fuimos a buscar en primera instancia.

Nada más cambiarnos de zona tuvimos la fortuna de ver al venado. Se trataba de un majestuoso ejemplar. Lanzaba su llamada al campo a 900 metros de distancia, según la medición del telémetro".

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El perro de sangre encontró al ciervo a muchos metros, miles, del lugar del disparo.

La emocionante caza del ciervo al rececho en fincas abiertas

"Tras asegurarnos de que su cuerna era merecedora de una presea, decidimos tratar de rececharlo pese a que se encontraba situado en un punto del coto de difícil acceso. Comenzamos la entrada por una vereda que nos dejaba a unos 450 metros del macho. Al haber alcanzado las agujas del reloj el mediodía tomamos la opción de apostarnos con la esperanza que dada las altas temperaturas el ciervo buscara un lugar de encame en las zonas más bajas de la ladera.

Retomados la subida, tras una hora de esfuerzo encontramos al ciervo tumbado en la espesura, tal como supusimos. Ascendimos los últimos cincuenta metros para ubicarnos a una distancia que nos permitía asegurar el disparo. Esperamos que el macho se levantara para ejecutar el lance.

Como no se ponía en pie, imité el sonido que emiten los ciervos en berrea para que se incorporara. La treta surtió el efecto deseado y el venado se levantó para ver de dónde provenía el ruido. El cazador apretó el gatillo de su arma, pero la bala que salió del cañón del rifle no logró derribar al ungulado y solo lo hirió".

Un perro de sangre para recuperar al ciervo a más de dos kilómetros de distancia

"Tras esperar un rato para dejar que el venado "se enfriara" intentamos su recuperación con la inestimable ayuda de Brezo, mi perro de sangre. Nada más ponerlo en el sitio en el que vimos por última vez al ciervo el can encontró el rastro del macho. El venado dejaba a su paso un abundante rastro de sangre.

Cuando llevábamos más de dos kilómetros de rastreo Brezo empezó a mostrar indicios de que el venado herido se encontraba muy cerca, así que llamé al cazador para que se situara a mi lado por si había que rematar al animal. La reacción del ciervo al detectar nuestra presencia fue levantarse y huir arroyo abajo con Brezo siguiéndolo a escasa distancia. Unos cientos de metros más adelante el perro de rastro logró pararlo. El cazador aprovechó este momento para derribar al ejemplar de un certero balazo.

 

Repleto de heridas

Una vez examinado el macho, nos percatamos de que tenía el cuerpo repleto de heridas, muestras inequívocas de la pelea con otro ciervo. Tenía una punta aún clavada en el cráneo, probablemente del macho que había expulsado de la zona".


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