Tarabilla Común
Las aves de España

Tarabilla Común


A poca altura sobre su territorio, el bonito macho de Tarabilla Común «danza» arriba y abajo en el aire mientras emite su chirriante canto, o persigue a la hembra en un rápido cortejo nupcial. El canto dura sólo unos pocos segundos cuando la tarabilla se para en uno de sus posaderos de canto, en la cima de un arbusto o en un hilo telegráfico. Mientras canta desde el posadero, agita la cola repetidamente y en los intervalos entre canto y canto a menudo lanza su sonora llamada, un ronco y chirriante «tsac-tsac» o «uiit-tsac-tsac». La Tarabilla Común, que vive en parejas todo el año, cría con frecuencia en los mismos terrenos que la Tarabilla Norteña, prefiriendo las tierras sin cultivar y pasando a las cultivadas principalmente en invierno, época en la que también se acerca más a las zonas habitadas por el hombre. En la península Ibérica la población indígena es seguramente sedentaria, criando por todo el país en mayor o menor abundancia según las zonas. Durante la época de migración llega un buen contingente de aves europeas.

Familia:Muscicápidas
Nombre cientifico:Saxicola torquata
Orden:Passeriformes
Caza:Especie Protegida
Longitud:13
Habitat:Matorrales y campos baldíos
Identificación:Ave rechoncha, de cabeza redondeada; en verano macho con cabeza y dorso negros; manchas blancas en el cuello, alas y obispillo; pecho castaño rojizo; más pardusco y apagado en invierno; en verano hembra con partes superiores pardo listadas y sin mancha en el obispillo; más oscura en invierno.
Nidificación:La hembra construye nido en el suelo o cerca de él, principalmente de musgo, hierba y pelo; pone, de marzo a junio, usualmente de 5 a 6 huevos azul claro con finas motas de color pardo rojizo; incubación, sólo por la hembra, de unos 15 días; los pollos, alimentados por ambos padres, dejan el nido después de unos 13 días, volando pocos días más tarde; normalmente dos crías.
Alimentación:Principalmente insectos y sus larvas, algunos gusanos y arañas.

Con su capucha negra el macho de la Tarabilla común Saxicola torquata es un pájaro inconfundible. La cabeza, garganta, nuca y espalda son negras en plumaje prima­veral. Las plumas de la espalda ligeramente estriadas o manchadas de pardo o marrón. Las alas y la cola son marrones y las plumas cobertoras de la cola y el obispillo son blan­cos. Aquéllas tienen el centro negro y las puntas rojizas. Las cobertoras alares son en gran parte blancas formando una mancha alargada, no visible con alas plegadas, y que el pájaro utiliza como señuelo durante el cortejo nupcial, siendo capaz de erizar las plumas de manera que toda la superficie blanca interior y exterior queda al descu­bierto. Los lados del cuello también son blancos y forman como un collar que casi se une detrás de la nuca. El pecho, los lados del vientre y los flancos son de color castaño rojizo, algunas plumas con líneas estrechas pardas. El centro del vientre y las plumas infracobertoras de la cola son beige pálido. Este plumaje es adquirido por muda com­pleta en agosto-septiembre. Hay, sin embar­go, considerable variedad en la coloración y tono de los plumajes de los machos cuando empieza la época de la reproducción. Algu­nos sorprenden por tener muy poco oscuro el capuchón de la cabeza. La mayoría, sobre todo los que tienen el plumaje más gastado, pierden bordes oscuros en plumas blancas o bordes pardos en plumas negras y esto proporciona un gran contraste, de manera que los machos de Tarabilla que observa­mos con un vestido más llamativo es porque tienen el plumaje más gastado.

La hembra es un pájaro con el color mucho más apagado y en las primeras semanas del verano no resulta fácil separar­las de las jóvenes nacidas en la primavera en una somera observación. Sin embargo, viéndolas de cerca se aprecia una riqueza de matices no muy inferior a la del macho. La cabeza y la espalda son de color pardo rayado de negro y a los lados del cuello tiene unas manchas alargadas blancas que casi se unen en la garganta negruzca. En las plu­mas cobertoras alares se notan más que en los machos las manchas blancas, salvo en determinadas situaciones durante el celo o al cebar a los pollos. Indudablemente las puede hacer más notorias a voluntad, igual que los machos. Sobre los ojos y naciendo en la base del pico se aprecia difusa una raya más clara, beige en algunas, que es dis­tintivo bueno para separarla de la Tarabilla norteña Saxicola rubetra con línea superci­liar muy nítida y ancha. Las partes inferiores son pardo ocráceas. Carece de obispillo blanco y la cola es marrón. Ambos sexos tie­nen tarsos finos y éstos y los pies son negros así como el pico. El iris de los ojos es pardo negruzco.

Las jóvenes tarabillas son negruzcas enci­ma con rayado beige o pardo y hay numero­sas zonas con tonos rojizos. Los machos ya tienen la cabeza más oscura. Las partes inferiores son en ambos sexos gris parduzco o beige manchado de negro en la garganta y el pecho más rojizo con manchas negras mayores. Observando atentamente estas jó­venes tarabillas se distinguen los sexos por la falta de blanco en las cobertoras alares en las hembras, mientras en los machos ya se aprecia aquel color.

La Tarabilla común es uno. de los pájaros más inquietos de la avifauna Ibérica. Se posa siempre al descubierto en topes de postes, ramas altas de arbustos, alambres de cercas, del tendido eléctrico, en vallas, ramas de árboles de no gran tamaño y en muros de piedra, o piedras que sobresalen del campo o están sueltas sobre prados o caminos. Mueve la cola continuamente, más bien la agita y sacude las alas. Se mantiene siempre erguida, aunque también cuando lleva varios minutos en el mismo posadero su postura recuerda al de la Tarabilla nor­teña, notándose entonces lo corta que es la cola y dándonos la impresión de tener una cabeza desproporcionadamente grande. Desde su posadero se lanza continuamente al suelo a coger un insecto o realiza un rápi­do y acrobático vuelo para capturar con habilidad una mosca, mosquito o mariposa que pasan cerca, volviendo normalmente al mismo lugar. Constantemente emite una nota áspera de aviso que podría representar por un áspero y bajo ¡¡charr-charr!! o tam­bién ¡¡irs-tra-tra!! Incluso fuera de la época de la cría ambos miembros de la pareja se mantienen cerca uno de otro. Rara vez a mayor distancia de 50 metros y con frecuen­cia a no menos de 15 metros. Si una de ellas vuela al ser molestada por nuestra presen­cia, la otra pronto la sigue, pero ambas vuel­ven inmediatamente al lugar o pequeño territorio del que no se mueven durante todo el invierno e incluso primavera, pues existen muchas parejas que pasan toda su vida en una reducida zona no más extensa de 1000 metros cuadrados. Otras parejas, presumi­blemente invernantes no nativas, vagan por la campiña y se mueven de un lugar a otro dentro de una más extensa zona. Tanto su nota de alarma o aviso como la costumbre de posarse en palos, postes y otros lugares prominentes, le han valido a la Tarabilla una serie de nombres populares ciertamente curiosos. Así Cagamangos, Cagaestaques, Birchu, Istra, etc. En un campo recientemen­te arado en el otoño pueden concentrarse varias parejas que capturan entre la tierra toda una gran variedad de insectos y sus lar­vas. Aunque se la puede ver a menudo cerca de agricultores, animales domésticos y casas de campo, es un pájaro tímido que no permite la aproximación de los observado­res más cerca de 6-8 metros. Al volar lo hace solamente por cortas distancias, normal­mente de un arbusto a otro, sacudiendo las alas al posarse y moviendo la cola mientras lanza su voz de alarma. Rara vez en vuelo largo, y cuando así lo hace se desplaza con gran rapidez. Muy frecuentemente se las observa al anochecer cazando insectos. Su actividad se prolonga en el verano hasta bien tarde y también es de los primeros pá­jaros en iniciar sus actividades al amanecer. Sus grandes ojos deben indudablemente favorecer estas costumbres crepusculares. Aun posándose al descubierto, casi siempre notamos su presencia antes por su voz que viéndola. No es raro que se mantenga muy quieta en su posadero hasta que estamos cerca.

La Tarabilla común prefiere campo abier­to, praderas con arbustos y matorrales dis­persos, bordes de caminos y carreteras, campos despejados con cercas, dunas, cos­tas y sobre todo tojares y márgenes de marismas. El Tojo Ulex europaeus es una planta que siempre está asociada con la Tarabilla. Su densidad es mucho mayor en zonas costeras que en valles y laderas del interior. Aquí mantienen las parejas densi­dad similar a la que poseen en zonas de montaña. En éstas superponen su hábitat con el de la Tarabilla norteña, siempre más escasa. Su número fluctúa de unos años a otros, probablemente por causas naturales entre las que no debe ser la menor, las con­diciones meteorológicas desfavorables con lluvias, granizo y repentinos descensos de temperatura tan frecuentes en los primeros días de abril cuando estos pájaros han comenzado la reproducción.

Con el objeto de estudiar la densidad de ésta y otras especies en una zona costera norteña se realizó un censo de parejas estable­cidas en una extensa área de los porreos de la ría de Villaviciosa (Asturias) en 1973 (No­val, 1974). Los porreos son terrenos rescata­dos al cauce del estuario por la simple cons­trucción de diques de piedra suelta o cárco­vas. Algunos de ellos se inundan en pleama­res vivas; la mayoría se encharcan con las grandes lluvias y, en general, la humedad y salinidad del suelo son muy grandes. Actual­mente están destinados a pastizales del ganado vacuno y caballar. En sus linderos crecen abundantes matorrales de Rubus sp. y Pyracantha sp. Donde la salinidad es mayor, el suelo está cubierto de bien desa­rrolladas plantas de Juncus. En muchas zonas, al borde de las cárcovas o diques y en las orillas, crecen grandes matas de Tamarix gallica. Cuando la mayoría de las parejas ya habían comenzado la construc­ción de sus nidos, incluso algunas de Tara­billa común cebaban pollos, se realizó el censo definitivo (13 de mayo). La zona elegi­da forma un rectángulo de 200 x 1500 m aproximadamente. En ella se contaron 10 parejas en plena reproducción lo que daba un promedio de 0,33 por Ha. Las primeras nidadas se suelen malograr, porque al estar la hierba poco crecida y los nidos habitualmente en el suelo, los huevos y los pollos son fácil presa de ratas Rattus norvegicus especialmente y nutrias Lutra lutra que abundan en el canal que corre a lo largo de los diques. Sin embargo, en lugares areno­sos en las cabeceras de las playas se supera la densidad de parejas por Ha.

Saxicola torquata canta suave e insisten­temente desde marzo hasta finales de junio y menos ya en la primera semana de julio. Esporádicamente se escucha su canto en febrero, pero siempre coincidiendo con extraordinarios días de sol y temperatura benigna. A últimos de julio y en agosto es muy ocasional. El canto tiene cierto parecido con el del Acentor común Prunella modula­ris, pero hay en él un tono característico e inconfundible. Realmente es una simple repetición de dos notas trinantes que es dificil de expresar por escrito y que mezcla con cortos gorjeos apenas audibles. Cada emisión no dura más de 3 segundos si el pá­jaro está posado en un arbusto o un poste, aunque la repite insistentemente. Si lo hace al vuelo, situación frecuente desde finales de marzo hasta la última semana de abril y nuevamente en los últimos días de mayo, dura más, normalmente 4-6 segundos. Los pájaros se mantienen próximos y ante cualquier peligro se llaman con duros y sonoros ¡¡is-tra-tra!! o ¡¡is-tra!! y también ¡¡juit-cha!! o ¡¡juit-tsak-tsak!! Las tarabillas jóvenes son muy ruidosas y alarmistas en cuanto observan a alguien acercarse, pero se vuelven silenciosas en cuanto se dispersan y abandonan el territorio de los padres.

Se alimenta de insectos fundamentalmente. Jourdain relaciona Coleóptera (Tachypo­rus, Stenus, Notiophilus, Helophorus, Curcu­lionidae, etc.) y sus larvas; Lepidóptera y sus larvas (incluyendo larvas de Noctua y Arc­tia); Diptera, Hymenóptera, Dermaptera, etc. También arañas, gusanos y sus huevos. En los nidos se ven siempre muchas alas de mariposas diurnas y nocturnas y los adultos las capturan continuamente con gran habilidad. Ocasionalmente come también semillas.

Las parejas de Tarabilla común se man­tienen unidas todo el año y a partir de los últimos días de febrero no son infrecuentes las manifestaciones de celo en los machos que se elevan verticalmente cantando con fuerza. Al posarse cerca de la hembra las plu­mas blancas de las alas, que normalmente quedan ocultas, son puestas de manifiesto y parecen como abultadas y muy extensas, de tal manera, que casi se unen con las de los lados del cuello que forman como una bufanda algodonosa. Al producir con las alas una vibración y bajarlas ligeramente deja al descubierto el blanco obispillo y las plumas supracobertoras caudales. Las hem­bras tienen a menudo más notorias las manchas blancas de las alas, pero durante la época de la reproducción éstas y las plumas de los lados del cuello son también especialmente notorias.

La nidificación comienza muy temprano. Muchos nidos pueden estar totalmente construidos pocos días después de San José (19 de marzo). SE observa que hay zonas donde las parejas que las habitan inician antes la construcción de los nidos invaria­blemente todos los años, mientras que en otras la reproducción no comienza antes de abril. En promedio se observa anualmente, como fecha de terminación en la construc­ción de los nidos, el 6 de abril en la zona Cantábrica. La mayor parte de los nidos están en el suelo o muy cerca de él. Ocasio­nalmente en un arbusto con densa vegeta­ción. Muy a menudo aprovechan un pequeño talud en un prado o una simple inclinación del terreno. Otras veces se ven en la parte alta de un muro de piedra que está contra el terreno. Allí en un agujero que se ha formado al caer una piedra, hacen el nido a una altura de 90 cm del suelo. Sola­mente la hembra lo construye, pero el macho la acompaña hacia el nido con relati­va frecuencia cuando transporta material, aunque no interviene. Como con frecuencia aprovecha un hueco en la tierra al pie de un arbusto, en éste se suele posar el macho para vigilar. Normalmente el nido está muy oculto entre la hierba y casi siempre al fondo de un pequeño túnel que el pájaro forma en la hierba apelmazada quedando por encima como una cúpula, domo o visera. Aquí y allí existen lo que podemos llamar semicolonias de parejas de tarabillas que en un área ocupan todas juntas una determina­da zona. Walpole-Bond se refiere también a esta costumbre y comprobó densidades de 20 parejas establecidas en un territorio de 800 metros cuadrados. Sucede con relativa frecuencia que en un extenso campo, maris­ma o tojar, las tarabillas se establecen en línea y en una longitud de 100 metros pue­den ser encontrados de 4 a 6 nidos. Estos están formados fundamentalmente por hier­ba seca, musgo y briznas de lana y tienen el interior bien forrado con pelos y alguna plu­ma. Tan aplastado está en el suelo que pare­ce a simple vista pequeño, pero al retirarlo sorprende su volumen y la gran cantidad de material que se ha acumulado allí. La puesta normal es de 4-5 huevos. Más corrientemen­te 5, algunas veces 6 y raramente 7. En oca­sionales terceras puestas en la misma tem­porada, puede haber en un nido 3 huevos solamente. Su cáscara es lisa y tienen poco brillo. El color es verdoso azulado, algunas veces muy pálido y siempre, o casi siempre, manchado con puntos y pecas de color par­do rojizo. Jourdain para 100 huevos colecta­dos en Gran Bretaña obtuvo un promedio de 18,95x-14,39 mm con un máximo de 20,6 x 15,7 mm y un mínimo de 17 x 14 mm. Verheyen da para 100 huevos recogidos en Bélgica una media de 19,5 x 14,3 mm y D´Almeida para 21 del norte de Portugal obtuvo un promedio de 18,4 x 14,4 mm, con extre­mos de 16,9 a 19,6 x 13,9 a 14,9 mm. La mayoría de las puestas están completas en la mitad de abril. La incubación corre a car­go de la hembra, aunque hay algunas observaciones de machos incubando, bien es verdad que por cortos intervalos (Walpole-Bond, 1938). A los 14 días (14-15 Walpole-Bond y Harrison; 13-15 Verheyen) nacen los pollos que tienen plumón pardo grisáceo solamente en la cabeza y espalda, muy largo, pero escaso. El interior de la boca es amarillo y no hay puntos oscuros en la lengua. Ambos adultos los alimentan, más a menudo la hembra. El macho suele llegar al nido mientras la hembra está en él y le pasa los insectos y las mariposas que trae en el pico para que ella cebe. La acción, curiosamente, es violenta y en la práctica la hembra arrebata el cebo a su pareja. Durante 12-13 días permanecen en el nido los pollos, saliendo de él colicortos y escondiéndose entre la hierba, pero a los 4-5 días más ya se encaraman en los arbustos no siendo independientes hasta que cumplen por lo menos un mes. Lo normal es que la Tarabilla críe dos veces en cada temporada. Sin embargo, se han comprobado tres puestas y el canto de los machos puede ser escuchado ocasionalmente en los primeros días de agosto. Generalmente hablando, los nidos de la Tarabilla común son fáciles de descubrir si se tiene paciencia para observar desde lejos a los adultos. La conducta de Saxicola torquata en los nidos o cerca de ellos es parecida a la de Saxicola rubetra. Walpole-Bond señala una curiosa diferencia, sin embargo. Cuando la hembra de Tarabilla común deja el nido para comer va siempre acompañada por el macho y, cuando regresa, no va a él directamente bajando desde un posadero próximo, sino que se cierne a una altura de 1 metro del suelo, batiendo con rapidez las alas durante unos segundos antes de posarse.

La mayor parte de las jóvenes tarabillas comienzan a dispersarse poco más o menos un mes después de dejar el nido. Se obser­van con relativa frecuencia concentraciones de no más de 5-6 de estas jóvenes en lugares costeros. En la Península Ibérica y en Baleares parece ser en gran parte una espe­cie sedentaria sujeta probablemente a trashumancias invernales. De más de un millar de anillamientos realizados aquí, casi todas las recuperaciones fueron efectuadas al siguiente año en el mismo lugar. Sin embar­go, nuestra población se ve incrementada por tarabillas procedentes de diversos países europeos que pasan aquí los meses invernales. Un cierto paso otoñal se observa ya en los últimos días de agosto en Guipúzcoa, aunque es difícil de detectar debido a la nutrida población nativa. En Cabo Higuer (Fuenterrabía) y en todo el estuario del río Bidasoa, este pájaro es notoriamente más abundante en septiembre que durante el resto del año. En la mitad occidental Ibérica Saxicola torquata es extraordinariamente abundante a partir del mes de octubre. Pérez Chiscano (1975) la considera como muy frecuente en cualquier sitio de la vega del Guadiana (Badajoz). Las primeras se ven en los regadíos a finales de septiembre y permanecen hasta la primera semana de abril. Una Tarabilla anillada en Francia fue recuperada precisamente allí en octubre. Se trataba de un pájaro del año. No son pocas las que alcanzan las costas del norte de Africa y se nota en invierno el aumento de la población local. Las recuperaciones de anilladas son numerosas todos los años y proceden fundamentalmente de países de Europa Occidental.

Saxicola torquata tiene en Europa una amplia distribución que, sin embargo, no alcanza a la zona más septentrional del Con­tinente. Sus límites al Norte son Dinamarca, Alemania Oriental, Sur de Polonia y Rusia y falta completamente en Escandinavia e Islandia. La subespecie típica europea Saxicola torquata rubicola se extiende por el Continente, es local en el norte y este de Ale­mania, ocasional en Dinamarca y está reem­plazada en Gran Bretaña y Portugal por la raza torquata hibernans con diferencias tan ligeras que no sé como se pueden distinguir. Los ejemplares examinados por mí en Por­tugal, y fueron muchos, no se podían sepa­rar de las tarabillas que se reproducen en Galicia y el litoral Cantábrico. Vaurie (1959) señala que hibernans tiene las rayas de las plumas de cabeza y espalda más oscuras, más pardo rojizas que en rubicola y, también para él, las partes inferiores son algo más oscuras. Realmente se observan muchas variaciones individuales en la coloración tanto de machos como de hembras. Proba­blemente en muchos casos la edad del pája­ro debe tener no poca influencia y quizá el biotopo que las parejas ocupan año tras año. Walpole-Bond llegó a distinguirlas al examinar las puestas de huevos y, atendien­do a su tonalidad, el número y la intensidad de las manchas, pueden establecerse tribus con características peculiares.

Comparte este artículo
Autor: 
  
382 0

Publicidad