Una historia de pesca en Cuenca

Tras unos cuantos años, por falta de tiempo, no he podido practicar la pesca. Este año tuve la ocasión de poder disfrutar de una tarde de pesca en tierras conquenses de Yémeda, en aguas del río Guadazaón, junto a las obras de un antiguo balneario que se va a transformar en hospedería y que inició el anterior presidente de la institución provincial, Benjamín Prieto.


También existió en la zona una piscifactoría de trucha arco iris ya desaparecida. La verdad es que era la primera vez que visitaba esa zona, zona esta donde asiduamente se han soltado truchas comunes y, hasta el año pasado, había un cupo de capturas de 4 truchas, pasando en la actualidad a 0 capturas.

Esta temporada 2022 se han soltado en tres ocasiones, posiblemente siendo esta la última temporada de sueltas, pasando de los 1.000 ejemplares al año.

Pues bien, en una tarde tranquila, junto con Víctor y Basilio, decidimos acercarnos y disfrutar de la pesca. Es un río pequeño donde no alcanza los tres metros de anchura y poco más de 1,5 m de profundidad. Está permitida la pesca con señuelos artificiales y cebos de origen vegetal —esto último un gran error—, todos con un solo anzuelo y sin arponcillo.

La tarde apuntaba una buena jornada, muchas truchas y, siendo sin muerte, pues genial. Al poco llegaron otros pescadores.

Comenzamos mal, muy pocas picadas. Al poco una trucha muerta por encima del agua, procedente de un pescador. Nos acercamos y pudimos comprobar la mala praxis y manipulación que estaba llevando a cabo con las truchas, pescaba a masilla, el anzuelo hasta el estómago, cogía las truchas con un trapo, cinco minutos con desanzuelador, la nasa a su lado. En definitiva que se le recriminó, pero lo único que se consiguió fue discutir y hacerle ver que eso no está bien.

Es por lo que comentaba anteriormente, que hayan dejado en estos tramos, donde hacen sueltas, la pesca con cebos vegetales, ha sido un grave error. La gente no sabe manipular las truchas, que es lo que está ocurriendo en la actualidad, y es por ello, de la escasa población existente debido a la gran mortandad, sumado a la escasa vigilancia.

En definitiva, nuevamente es un hecho más la pésima gestión de la administración regional en la materia, que sumado a las múltiples existentes, han llevado a los ríos de Cuenca a un estado lamentable, una pérdida de valor irrecuperable, un detrimento como potencial económico de las zonas rurales y, sobre todo, un menoscabo a las poblaciones piscícolas. Pero, eso sí, no asumiendo ninguna responsabilidad.

Y como dicen en el pueblo de Mariana, «Donde no hay mata, no hay patata».

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