Abaten un viejo macho montés con un trofeo único en Jaén
Lo extraordinario de su trofeo se debe a que cada uno de los cuernos del macho se encuentran en direcciones opuestas.
Se trata de una cabra montesa de la subespecie Capra pyrenaica hispanica de 11 años de edad con una cornamenta atípica. El cuerno izquierdo medía 68 centímetros mientras que el derecho alcanzaba los 48.
El animal con este singular trofeo ha sido abatido por uno de los integrantes del Club Deportivo Santa Quiteria. El afortunado cazador se hizo con este excepcional ejemplar en un apasionante rececho durante la época de celo de las montesas.
El cazador, Wenceslao Moreno, junto a su padre Francisco.
La caza de machos monteses al alcance de todos los bolsillos
Wenceslao Moreno García es el recechista jiennense que ha logrado cazar a este espectacular macho montés. El cazador y su padre, Francisco, son socios de El Club deportivo Santa Quitéria. El grupo de monteros tiene su sede en un municipio jiennense ubicado en la Sierra de Las Villas, situada entre la Sierra de Cazorla y la de Segura. L
Los 34 integrantes de la sociedad de cazadores, presidida por Antonio de la Paz, gestionan más de 2.000 hectáreas en las que se permite la caza del jabalí al salto y de la cabra montés en la modalidad de rececho. La cuota anual es de 425€.
En los acotados que gestionan este grupo de cazadores cuentan con una importante población de cabras montesas. Cada temporada cazan varios ejemplares al rececho. El criterio que sigue el club a la hora del abate de los machos es que tengan unas medidas en sus trofeos y una edad determinada. Los socios disfrutan cada uno de ellos de un día de rececho de cabras en la temporada. La temporada de las monteses finalizará el día que se cubran todos los precintos que tiene el club asignado.
Atípica formación de los cuernos del viejo macho montés.
Así abatió el macho montés
"Nos dirigimos, mi padre y yo, de madrugada a la zona del coto que habíamos elegido para recechar las montesas. Se trataba de un olivar en el que cabras se alimentan a diario. Nada más despuntar el día desenfundé mi rifle de la marca Santa Bárbara del calibre 7 mm con un visor Kahles 2.5x10x50.
Oteé con mis prismáticos entre los olivos. En el olivar había un rebaño de cabras a 400 metros del lugar en el que estábamos apostados. Entre los ejemplares se encontraban varios machos por lo que decidimos rececharlas para comprobar si alguno de los animales cumplía nuestras expectativas.
Aprovechamos que en el olivar había una motilla de monte para hacer el acercamiento. Nos situamos en una vereda que partía en dos los matorrales. Permanecimos durante varios minutos inmóviles. Podíamos oír las cabras alimentándose en el margen de la vegetación.
El tiempo transcurría muy despacio. Mi pulso se aceleró en el instante que vi la primera cabra cruzando la vereda. Atravesaron frente a nosotros más de una decena de ejemplares, todos ellos hembras y machos jóvenes. Uno de estos animales detectó nuestra presencia y se detuvo a 50 metros de nuestra posición”.
Francisco junto al presidente del club de cazadores.
Un macho selectivo
“El macho, soliviantado, aceleró su marcha y junto a él el resto del rebaño. El último de los ejemplares del grupo se trataba de un macho de más de 10 años con un trofeo atípico. En un primer momento dudé en apretar el gatillo. Mi padre, sabedor de lo singular del trofeo, me animó a disparar diciéndome "No tendrás otra oportunidad de abatir un macho con un trofeo así en tu vida".
El sonido de la detonación rompió el silencio de la mañana. El macho se desplomó al recibir el impacto en el codillo. No nos percatamos realmente de lo extraordinario del trofeo hasta que estuvimos junto a él. A día de hoy preside el salón de mi casa".
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