«He matao a Paco»

Feliz Año Nuevo a todos/as, escribo esto en la madrugada de Reyes por lo que también deseo que les hayan traído toda clase de bienes y suertes.


Tal día como hoy, hace un porrón de años (más de 50), recuerdo y recordaré mientras viva saltar de la cama e ir corriendo al comedor a ver si habían pasado los Reyes Magos. Vaya si habían pasado, me echaron una carabina de aire comprimido del 4,5mm marca Cometa (que aún conservo). Menuda ilusión y qué algarabía en aquella casa. El regalo de mi vida por aquel entonces.

Le había llegado el destierro al viejo tirachinas que me hiciera mi abuelo, hecho con una horquilla de olivo. Rápidamente subí al tejado donde se tendía la ropa para practicar la puntería. Así se sucedieron los días: al llegar de la escuela, al tejado y a gastar unos cuantos balines contra una diana.

Con nueve años viajé en tren de Tarragona a Tortosa, mi padre me confió al revisor. De Tortosa, en autocar, hasta el pueblecito de La Jana, y de allí hasta Canet Lo Roig (Castellón) en autoestop. Con un coche mitad madera, mitad chapa de un comerciante de aceite, patatas, almendras y pieles de conejo entre otros. Mi equipaje, una pequeña bolsa de mano y el rifle —como lo llamábamos en aquel entonces— envuelto en papel de periódico, liado con cordel de esparto.

Por aquellos años los cazadores iban y venían del campo con la escopeta al hombro, la caza colgada a la vista y los perros atados hasta llegar a su casa. Los chavales andábamos a por pájaros por el pueblo (pobres gorriones, ¡no son listos ni nada!) Uf, ¡qué tiempos!

Este año pasado, unos días antes de Navidad, coincidí con un vecino mío —dos calles por encima— comprando en uno de esos almacenes que venden piensos, plantas y complementos de horticultura y jardinería. Es cazador y entre conversación y tal, me dice que se le escapó la cotorra de un año que se llamaba Paco. Se trataba de la cotorra de pecho gris o argentina (Myopsita monachus). Lo cierto es que a principios de noviembre escuché por espacio de unos días el típico graznido alrededor de mi casa y pensé, «caramba, ya están por aquí». Tengo localizados cuatro grupos familiares por mi zona, pero a varios kilómetros, por lo que pensé que andaban buscando agua y alimento cerca de las urbanizaciones. En Catalunya este ave catalogada como alóctona e invasora, está en franca expansión y da serios problemas a la agricultura.

La Orden de Vedas de la Comunidad contempla el control de estas poblaciones mediante autorizaciones excepcionales de caza. Dice: como medida correctora para erradicar especies exóticas invasoras y especies domésticas asilvestradas que se pueden considerar como exóticas e invasora. Y claro, yo me pregunto, ¿cómo le explico a mi vecino que tengo una autorización administrativa para liquidar a su Paco? Es inverosímil.

Y así vamos aumentando la lista de especies susceptibles de ser abatidas por los cazadores. Lo que me indigna es que algunos deambulaban por los pasillos de alguna casa o dormían en el sofá de algún hogar y además tienen nombre, apellidos y D.N.I. En mi opinión los cazadores no tenemos que intervenir en la muerte de estos animales. Hay métodos para controlar estos bichos sin utilizar las armas, y los cazadores no tenemos que caer en lo que considero una provocación más de la propia sociedad.

Cómo han cambiado los tiempos de la caza con escopetilla de plomos.

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