La muerte del mundo rural

Mientras unos festejan la reciente paralización de la caza en Castilla y León, otros miran al cielo esperando las lluvias que calmen un poco la sequía del campo y llene las charcas para que sus animales puedan abrevar, sin duda otro de los dilemas de los


Por si fuera poco PACMA y la mala gestión de la Junta le van a dar la puntilla si no lo remedian pronto.

La actividad cinegética mueve en la comunidad de Castilla y León muchísimos millones de euros, solo en Zamora se estima que unos 600.000 euros, aparte de generar puestos de trabajo y ayudar a conservar el entorno. 

No puedo imaginarme esta comunidad y mucho menos Zamora sin caza. ¿De verdad esta horda de «buenistas» de capital, que no saben más que vestir perros y limpiar sus cagadas, saben lo que supondría el abandono de la actividad?

Las graves consecuencias

Yo me lo puedo imaginar, para empezar todo el dinero que la Junta recauda en forma de tasas y licencias cesaría, hablamos de miles y miles de euros.

Los animales aumentarían su número de una forma alarmante, en tres años la población de jabalíes se quintuplaría. Los ciervos  y corzos también aumentarían su número de una forma alarmante. Cuanto mayor es la población de estos individuos más probabilidades existen de epidemias que se pueden transmitir a las personas, como la sarna, o al ganado, como la tuberculosis.

Por supuesto la pérdida de puestos de trabajo directos e indirectos, pero como aquí el índice de paro es muy bajo no pasa nada. 

Los daños que esta cantidad de ungulados provocarían a la agricultura y a la ganadería tendrían que ser:

1- Indemnizados. ¿Con qué dinero? La Junta no ingresa dinero por la caza, pero tendría que abonarlo. Subida de impuestos y que lo pague el ciudadano, otro apretón a la soga. 

2- Lucha con medios no éticos: obligarían a la gente a tomarse la justicia por su cuenta, incendios, veneno, trampas ilegales… Volveríamos a los años 60.

3- Abandono de la actividad: que sin duda es lo que los partidos ecologistas quieren. Que abandonemos el mundo rural y que no les moleste nada ni nadie cuando ellos vengan al campo a ver «los bichitos», seríamos como el zoo de las capitales.

Por supuesto el incremento de animales aumentaría la siniestralidad en las carreteras provocando pólizas de seguro abusivas o muchas veces negando el seguro. 

Y ahora viene la parte buena

Como hay que controlar la fauna silvestre, los partidos denominados ecologistas propondrían la esterilización mediante operaciones y piensos. Nacerían asociaciones por todo el territorio español para reclamar subvenciones para ejecutar ese control light

Subvenciones que irán a parar a sus bolsillos destinando una ínfima parte a esos proyectos, pues saben que no funcionarán. ¿Y de dónde van a sacar el dinero para las subvenciones…? Más impuestos, otro apretón a la soga del ciudadano. 

Así que este es el panorama que reinaría. El mundo rural malviviendo —más que ahora—, zonas forestales arrasadas por los incendios provocados por los habitantes para defender lo suyo. Mientras que una parte de lo que ganan va destinado a las asociaciones animalistas que se dedican a «controlar con medios éticos» los animales que antes los controlaban los cazadores y encima pagaban por ello. 

El mundo de Juan Lobón se convirtió en el mundo de la desolación.

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