El año de las mujeres

Suena a slogan americano, como lo «del empleado del mes». Pero lo cierto es que parece que se habla con fuerza de las mujeres en el mundo de la caza o, al menos, entre los fabricantes de productos para caza.


A finales del año pasado, el prestigioso premio Weatherby recaía por primera vez en la historia en una mujer. A principio de 2015 en Las Vegas, durante el Shot Show, varias marcas presentaban armas para mujeres. Al mismo tiempo Weatherby lanzaba un conmovedor vídeo de caza en un lugar del medio-oeste americano donde la protagonista era la viuda del controvertido y lauredao Chris Kyle, y un poco más tarde, durante el IWA en Nuremberg, los europeos se subían al carro de las armas pensadas para mujeres, con nombres eso sí tan poco imaginativos como Syrem o Artemis. Siguiendo con la tendencia, hace unos meses una serie de televisión emitía una serie grabada de verdad con las fuerzas armadas españolas, donde la protagonista, una francotiradora de élite, estaba interpretada por la guapísima Blanca Suárez. Pero no vamos a lanzar las campanas al vuelo en un gremio de hombres. Vayamos paso a paso. Al menos la necesidad parece identificada. Ni la altura, ni la fortaleza física, ni la forma del pecho o la longitud del brazo son iguales en hombres y mujeres, en términos generales, de la misma forma que existe ropa o calzado para unos y otras. Si no somos iguales, ¿por qué habría de serlo el arma que usamos? Es cada vez más evidente que cada modalidad de caza tiene características determinadas que exigen un equipo específico para asegurar el éxito de una forma eficiente y confortable. Esta tendencia a la especialización es un hecho desde hace años en cuanto a armas, óptica y munición. Así pues la creación de armas diseñadas y dimensionadas para mujeres no debería ser algo diferente.
Sin embargo, insto a estos fabricantes a tener cuidado, puesto que no conviene pasarse ni por exceso ni por defecto. Algunos modelos recién presentados rozan el punto de lo fifi. Somos mujeres que quieren cazar, ni solo marimachos ni convertir el campo en una franquicia de Hello Kitty. Así que por favor, señores ingenieros, ñoñerías las justas. Pero por encima de todo, hay una buena noticia. Mercado manda y si hay interés comercial es que hay negocio, y eso significa inevitablemente que hay más mujeres en el campo y cazando.
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