La caza bajo el felpudo: ¡nos obligan a negarnos!

Serán pocos los cazadores que no se percaten de que estamos asistiendo a una verdadera «caza de brujas», donde nosotros somos las víctimas acusadas de fomentar el aquelarre. Tanta sensibilidad hipócrita nos relega al oscurantismo.


Nos quieren obligar a escondernos haciendo alarde de un buenismo que ni siquiera les corresponde en actitudes, sólo hace falta darse una vuelta por ciertas páginas y muros para ver los comentarios, las consignas, las vejaciones y las amenazas. Hoy, viendo el programa Espejo Público de Antena 3 sobre la foto vilipendiada en las redes sociales de uno de Los Morancos y las exculpaciones del protagonista… se pone más de manifiesto que nunca que para escapar de la quema lo mejor es negarse. Se deja claro que es «inocente» porque no es cazador ni caza, simplemente se puso en la foto (¿?) porque así se lo requirieron los verdaderos ejecutores del lance, y el organizador pide perdón por sacarla a la luz. ¡Cuánto opinador «sobradamente preparado y cualificado» por las redes, por las tabernas y en los platós de tertulianos! ¡Cuánto iluminado sabedor! ¡Cuánto cobarde también! Sigamos cruzados de brazos en el lado oscuro… acobardados y callados. Tiempo habrá de lamentarse… La ley mordaza del miedo bajo la amenaza del que más alza la voz repitiendo mentiras hasta hacerlas verdad para la plebe intolerante y mal educada en naturaleza que les acredita como poseedores de la verdad absoluta. Sociedad hipócrita que se jacta de ser sensible… pero más violenta que nunca. De seguir así ya sólo les queda marcar nuestras casas… y todo por dedicarnos a una actividad legal que contribuye a la sostenibilidad y el equilibro de la naturaleza, que ha sido rota por la sociedad del bienestar que no quiere, ni va a renunciar, a sus comodidades. Mejor que nos escondan bajo el felpudo, que nos hagan dudar, que nos perviertan, que nos juzguen… eso sí, se seguirán aprovechando de nuestros dineros. Por un lado cobran de nosotros, por otro evitan hacerse la foto a nuestro lado. Hubo una vez un rey que pidió perdón por cazar un elefante… desde entonces se abrió la veda… Y resulta… ¡que somos nosotros los que damos asco!
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