Más sobre el perro

Siguiendo un orden cronológico con las utilidades del perro para el hombre, destaca su habilidad como pastor. La evolución del hombre en el neolítico le lleva a criar los animales que domestica, los cuales en ocasiones tienen un carácter «salvaje»

El pastor, siempre acompañado por su fiel compañero, trata de que los animales no se escapen al monte volviendo al silvestrismo, para lo cual el papel del can es decisivo ya que tiene la habilidad de conducir y hacer volver a los animales y además los cuida. El rebaño pasa a ser parte de su manada con un líder indiscutible, el perro por delegación de su amo.

El «Dominus» romano colgaba con orgullo en su villa, su dominio, el cartel de «Cave canen» informando de que allí estaba el guardián que también era utilizado en sus jornadas venatorias, ya que entonces no existía la especialización que dan las razas. Las demás utilidades son contemporáneas; la mayoría se han obtenido y perfeccionado desde el siglo XIX hasta la actualidad, con más de trescientas razas que diferencian distintas labores en los perros.

En todas estas labores este animal se comunica mediante el ladrido, que no es connatural a la especie; es una expresión que adquiere y que el hombre sabe interpretar. El aullido sin embargo siempre ha preocupado al hombre, ya que está relacionado con una vuelta atrás en la domesticación.

Konrand Lorenz, premio nobel y uno de los padres de la etología perruna, en su libro Todos los perros, todos los gatos nos dice que no existe un animal que haya evolucionado tanto como el perro, en su relación de milenios con el hombre, con el que ha establecido una relación de fiel amistad.

«Desde el punto de vista zoológico es un animal degenerado como lo es el hombre en sí mismo», Ortega y Gasset dixit. Pues está alejado de lo que debería hacer como animal, ya que depende del hombre no solo para conseguir el sustento, sino para utilizar sus instintos según los deseos de su dueño. El aforismo aristotélico de que el hombre es un «animal racional» es en lo que basa Ortega la degeneración del ser humano, pues racional es dominar y relegar los instintos primarios en pos de superestructuras mentales, que en un estadio muy elemental ha aprendido el perro.

Las comodidades conseguidas por la civilización cubren las necesidades más primarias. Así, la consecución de comida y vestido, que durante milenios fue la principal y casi única ocupación del hombre, está hoy asegurada, por lo que al disponer de mucho más tiempo «social» para dedicarlo a otros menesteres, la humanidad sigue avanzando en sus conocimientos.

Pero la preparación que el hombre primitivo tenía para interpretar en la naturaleza los signos que le permitían capturar animales, no se pierde. Los juegos de caza perduran y se utilizan sus estrategias en juegos de guerra. Porque estás grandiosas habilidades no solo eran empleadas en la caza, sino también en batallas, desde las primeras peleas y disputas entre tribus. El ser humano de esta época, en términos históricos muy reciente, mejora las herramientas y utensilios que utiliza en la caza y la guerra, compensando la pérdida de sus habilidades primarias con la mejora de los útiles tácticos. Y el perro contribuye a ese progreso del que también se beneficia él mismo, pues las distintas razas aparecen cuando se han adquirido los conocimientos de canofilia que lo permiten.

Todos los animales tienen escrito en sus genes un rol específico que desempeñar, pero hay algunas características comunes:

Perpetuar la especie

Los animales en condiciones favorables ajustan su reproducción al óptimo que el medio les permita, y tienen además gran rango de plasticidad de adaptación.

Interacción positiva con su misma especie

El instinto animal lleva a conseguir el óptimo para la especie con las condiciones existentes en lo que respecta a ocupación del territorio y capacidad de alimentación. Existen casos de interacciones específicas muy favorables en algunas especies de animales, como es el caso de las especies de grandes predadores que cazan en equipo, o las especies de ungulados que forman grupos maternales para criar su descendencia.

Interacción inocua con otros animales y positiva con el medio

Los animales cumplen su función de interactuación ecológica, por ejemplo los herbívoros dispersan semillas en su alimentación y deambular diario y regulan la espesura y crecimiento del monte, dando lugar entre otros factores a la entrada de luz al suelo que precisa la germinación y crecimiento de nuevas plantas y un sinfín de procesos ecológicos que hacen que el ecosistema sea dinámico y renovado.

Los predadores cumplen la función de ajuste de la pirámide poblacional de las especies presa y selección de animales enfermos o degenerados. También los carroñeros cumplen su desempeño de eliminación de desechos en el medio.

Todos y cada uno de los seres tienen, y cumplen, su función. Salvo el perro, que en su trayectoria histórica al lado del hombre se aparta de esa generalidad.

Volviendo a reflexionar sobre la evolución histórica de la humanidad, observamos que los avances tecnológicos siguen una curva exponencial concentrándose el crecimiento siempre en la última era, sea cual sea el periodo que tomemos de referencia. De esta forma el modo de vida del ser humano ha variado en las últimas décadas más de lo que antes variaba en siglos. La vida tal y como hoy la conocemos era impensable que fuera concebible, desde el siglo pasado sin ir más lejos.

Hoy, afortunadamente, nos hemos separado muchísimo de la rutina que siguieron nuestros ancestros. Lo necesario para la alimentación diaria se consigue fácilmente, y sin embargo el consumidor conoce vagamente de donde proviene lo que come y cómo es el proceso de obtención y de elaboración. Una gran parte de la población desconoce los ciclos de los cultivos vegetales, y ni que decir tiene que desconocen los métodos de obtención de carne. Transformar un animal en comestible, fue una actividad cotidiana en la mayor parte de la existencia humana. Hoy las comodidades que tenemos nos aíslan del procedimiento tradicional de obtención de comida.

Esa acomodación y adaptación al confort y bienestar fortalece nuestra libertad de elección. Si queremos podemos dormir de día y estar despiertos de noche, ya que tenemos energía eléctrica para sustituir la energía del sol, podemos decidir nuestro régimen alimentario excluyendo grupos de alimentos, etc. Y nuestro modo de vida influirá en el perro, nuestra mascota. Es, en sentido estricto, un animal que evoluciona «humanamente» pues su desarrollo «inteligente» lo es a expensas del hombre. «Tarde o temprano el perro se parece al amo» reza el refrán popular.

 


El presente texto es una continuación del anterior post sobre El perro. Pertenece a la obra de José Luis Charro Caballero: Reflexiones sobre La Caza. Beneficio medioambiental que reporta. Su ejercicio, su cultura y su arte.
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