Caza el jabalí de sus sueños: un colmillo de 32,5 cm que da la vuelta completa

«El jabalí de mis sueños». Así describe Álvaro el jabalí que abatió en la Sierra de Segura, Jaén, cazando con sus familiares y compañeros en la modalidad de en mano. En Club de Caza hemos hablado con él y nos cuenta cómo se produjo el lance que le permitió cazar este magnífico jabalí.


 Jabalí
Jabalí

 Jabalí
 Jabalí
 Jabalí
 Jabalí

Cuando Álvaro abatió este jabalí y lo vio por primera vez, solo le vio el colmillo «normal». Aun así, quedó impresionado al comprobar el magnífico trofeo que portaba el animal, con más de 9 centímetros por fuera.

Cuando volteó al jabalí para ver si el otro colmillo estaba a la altura la sorpresa fue mayúscula.

Caza en mano: modalidad tradicional en la zona

Todo comenzó en un día lluvioso. Un parón por el agua que caía hizo plantearse la estrategia de caza para el jefe de cuadrilla. Álvaro nos explica que en la zona se practica la caza en mano, una modalidad en la que prima el trabajo de los perros, conjuntamente con el de los perreros y los cazadores.

«Los perreros llevan a los canes, sobre todo podencos andaluces y campaneros, aunque ese día un amigo también llevaba beagles y azules de Gascuña. También pueden llevar armas sin visor. Los demás, vamos acudiendo a las posturas mientras cazamos en mano para cerrar las vías de escape.

»Esta modalidad está siendo cuestionada, pero se tiene que entender que es una forma de caza que hemos heredado de nuestros abuelos, y estos de los suyos. Es la manera que tenemos de entender la caza. Cazamos con nuestros perros. Le abatimos la caza a nuestros perros. No hay mayor orgullo que disparar y abatir a un jabalí que ha sido levantado y seguido por tus perros.

»Además, formamos cuadrillas formadas por hasta ocho personas y 16 perros. Las formamos entre familiares y amigos muy cercanos».

Así fue la jornada de caza

La jornada para estos cazadores comienza revisando las zonas donde los jabalíes han dejado algún rastro. Álvaro nos lo explica: «Tenemos monte y pequeñas manchas de monte entre el olivar. Fuimos a ver los rastros de los jabalíes y así sabemos si han entrado por allí o están encamados cerca. Entonces localizamos por dónde había entrado la piara con un jabalí que parecía grande.

Ahí es cuando comenzó a llover, y tuvimos que esperar un buen rato. Cuando calmó, nos distribuimos. El jefe de cuadrilla organiza las posturas y a los perreros. Envió a los perreros a soltar en una de las puntas. Los demás nos dirigimos hacia la otra punta.

El jabalí lo levantaron los podencos andaluces de mi amigo Loren, que le llaman el Zorro, rehalero bueno donde los haya. Mi tío, que va con los perros, me dijo que vio el momento en el que lo levantaron, pero no pudo disparar. Tras el levante, el jabalí paró ante los perros, y uno de los perros recibió un viaje del guarro, pero está bien, no fue grave.

Un lance emocionante

En la postura, escuchamos que avisaban: «un guarraco». Apagamos la emisora. Yo estaba por debajo de mi compeñero, y le vi llevarse el rifle a la cara. Disparó una vez, pero lo falló. Entonces le vi venir corriendo hacia mi postura. Era impresionante. Venía por el filo de una risca y se metió a un arroyo. Esperaba que subiera y saliera por arriba. Salió por debajo de la risca y me permitió dispararle. Llevo un Browning FN modelo Safari en calibre .30-06, cargado con balas Geco Express en 165 grains.

Le acerté en la cepa de la oreja y quedó seco. El disparo fue a unos 60 metros, y quedó en una mata.

Al poco, llegaron los podencos, y me llamó la atención que uno de ellos se asomó a la mata y salió corriendo para atrás. Fui corriendo por si estaba herido, pero allí estaba, muerto.

32,5 centímetros de colmillo

El jabalí pesaría unos 90 kilos, pero lo impresionante del animal son sus colmillos. Una medida de 9,4 centímetros por fuera y un total de 22 en el colmillo izquierdo. En el derecho, 17 centímetros por fuera y un total de 32,5. Algo fuera de lo normal que ocupará un lugar especial en los trofeos de este orgulloso cazado: «No es deforme, el trofeo es raro, tiene una belleza especial». Así lo define Álvaro.

La carne de jabalí estos cazadores siempre la reparten entre los miembros de la cuadrilla: «Hacemos lotes de carne y los sorteamos entre todos para que nadie se quede sin su lote. Elegimos al chiquillo más joven y le damos la vuelta. Señalamos un lote y él elige el cazador que se lo queda».

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