Un cazador imparte un curso a pie de campo a su hijo sobre la importancia de la caza a la hora de gestionar las poblaciones de animales salvajes
Lleida

Un cazador imparte un curso a pie de campo a su hijo sobre la importancia de la caza a la hora de gestionar las poblaciones de animales salvajes

Adriá, un joven cazador de tan solo 15 años de edad, recibió por parte de su padre este fin de semana una lección que jamás podrá olvidar. Jordi le enseñó a su hijo que cazar no es abatir grandes trofeos. El recechista leridano abatió un ejemplar selectivo cuando tenía la oportunidad de cazar un macho con una notable cuerna.


Los Roca son una familia de cazadores que residen en la provincia de Lérida compuesta por la rehalera Ariadna Roca, joven empresaria rural de Conca Dellà que ha heredado de su padre la pasión por la caza y por la producción de vinos, por Adriá, el benjamín cinegético de la familia, que está actualmente preparándose para la obtención de la licencia de caza y el permiso de armas, y por el patriarca de los Roca, Jordi, reconocido rehalero de la Colla de Carreu.

Caza un corzo selectivo en el Prepirineo catalán

Adriá ha aprovechado su periodo vacacional para acompañar a su padre en las jornadas de la caza del corzo al rececho en la montaña de Lleida. La tarde del domingo salieron al campo con el objetivo de abatir al reclamo un macho con un notable trofeo que tenían controlado en una zona del acotado. El cazador, junto a su amigo Gaspar, gestiona un coto ubicado en el Prepirineo de Lleida. Se trata de la franja de los Pirineos situada más al sur de toda la cordillera. Las montañas y valles de esta zona se caracterizan por tener unas alturas menores que las del sector central de los Pirineos.

Bien entrada la tarde localizaron un corzo que se desplazaba con dificultad y que presentaba un trofeo con una confirmación que no debía ser heredada por las futuras generaciones de la especie. Jordi a pesar de que sabía que el hecho de disparar a ese ejemplar le impediría abatir el animal que buscaba no lo dudo un instante y apretó el gatillo de su rifle de cerrojo del calibre .270. La bala cumplió su objetivo y alcanzó al macho selectivo. Nada más notar el impacto el ungulado en una veloz carrera se refugió en la espesura.El hecho de que estaba a punto de anochecer y la ausencia de un perro de sangre hizo a Jordi posponer la recuperación del corzo a la mañana siguiente.

Rastreo de corzos con perros de sangre

Nada más amanecer el cazador se presentó junto a Adriá y a unos de los perros que conforman sus perreras, un perro de la raza Sabueso de Baviera de nombre Goiat especializado en la recuperación de reses heridas, en el lugar del lance. Jordi enseñó a su hijo con maestría como se rastrea una pieza. Tras unos minutos de búsqueda y a 100 metros del lugar del disparo Goiat encontró al corzo sin vida. Con la recuperación del animal el cazador dio por finalizada la lección haciéndole saber a Adriá la norma no escrita entre los cazadores que dice que, "jamás dejarás en el campo una pieza abatida".

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