Animalismo

Le roban su perra de caza y le exigen 101 euros por recuperarla

Cogieron a la perra durante una cacería, le quitaron el collar GPS y la llevaron a cien kilómetros. Cuando fue a por ella, le exigieron 101 euros para poder recuperarla. Esta es la odisea de un cazador riojano para recobrar a su perra robada.


 Roban perro caza protectora animalistas
Roban perro caza protectora animalistas

La cacería se estaba realizando en terrenos de La Rioja y, a pesar de que la perra, como demuestra el recorrido registrado por el GPS, nunca cruzó la delimitación de la provincia de Álava, apareció en el Centro de Protección Animal (CPA) del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, a más de cien kilómetros del lugar donde desapareció.

Una pesadilla para el cazador

Todo comenzó el pasado 26 de diciembre en el Monte de Peña La Rosa, en Ábalos, en la provincia de La Rioja. Una perra de la raza jagd terrier propiedad de Jorge Alonso, conocido en redes sociales como Guarda Smith, desapareció. La tierra parecía habérsela tragado. El can estaba cazando en la mancha a batir portando un collar de localización.

Habían apagado el collar GPS

Una vez finalizado el día de caza, que se desarrolló en unas condiciones de frío extremo, procedieron a la recogida de los perros. Cuál fue su sorpresa que, tras haber regresado todos los perros, Eli, una perra muy dócil de la raza jagd terrier, que había sido criada en casa desde cachorra y que no suele alejarse en exceso, no aparecía por ninguna parte.

La perra iba provista de un collar GPS con su número de teléfono y una campanilla al cuello. Al consultar Jorge la ubicación de la perra para ir a buscarla, descubrió que no daba señal desde las 13:30 horas, hecho que le hizo sospechar de que algo extraño había ocurrido con Eli.

Comienza la búsqueda

La buscó junto a otros compañeros en la mancha donde había tenido lugar la cacería pese al frío extremo que estaban padeciendo. La llamaron con el claxon del vehículo y con una corneta que utiliza Jorge habitualmente para llamar a los perros y a la que la perra acude siempre al oírla sonar, esté donde esté.

El siguiente paso fue Informar al cuartel de la Ertxaina correspondiente. Acto seguido, envió WhatsApp a amigos guardas rurales de pueblos colindantes por si la localizaban. A Eli literalmente se la había tragado la tierra desde las 13:30 h., cuando dejó de emitir señal su GPS.

A las de las 19:00 h., ya bien entrada la noche, el cazador decidió volver a casa para reiniciar las tareas de búsqueda a la mañana siguiente. Dejó una chaqueta suya en el lugar de la suelta, que es a donde ella vuelve siempre, con la esperanza de encontrarla allí el día siguiente.

Entran en juego los animalistas

A las 6:30 h. y tras una noche sin poder dormir preocupado por la perra, dada las bajas temperaturas reinantes en la zona, volvió a la zona de caza para buscarla. Poco después recibió una llamada del Centro de Protección Animal (CPA) del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.

Eran las 9:12 de la mañana del domingo cuando sonó el móvil desde un número desconocido. Esta fue la conversación:

—¿Me vas a dar una alegría?

—Sí te la voy a dar.

—Estupendo, ¿dónde está mi perra?

—Pues aquí está conmigo en perfectas condiciones.

—Qué bien. Muchas gracias por cuidármela. ¿Dónde tengo que ir a por ella?

—Al Centro de Protección Animal (CPA) del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.

—¿Cómo? Pero si estoy casi a una hora de coche buscándola.

La perra estaba en Álava

La perra se encontraba en la provincia de Álava, a más de cien kilómetros del lugar en el que Jorge la buscaba. Había sido entregada al Centro de Protección Animal el sábado, sin collar GPS, por unas personas que supuestamente la habían encontrado abandonada.

Jorge nos dice textualmente en la entrevista concedida a Club de Caza: «Quiero destacar que de la persona que me llamó, el ‘perrero municipal’, recibí un trato exquisito. Se trata de un profesional de los pies a la cabeza. Le expliqué lo que había ocurrido y que no entendía cómo había llegado allí».

¿Cómo había llegado allí la perra?

Tras la investigación posterior realizada por Jorge, pudo averiguar que alguien la había cogido dentro de la mancha, en La Rioja, mientras se estaba desarrollando la cacería. Después, la había llevado a la Policía Local de Vitoria, y estos habían llamado al servicio de recogida de animales del Ayuntamiento.

Supuestamente, esta persona la halló sin el collar de localización puesto. Recordamos que el collar dejó de emitir señal a las 13:30 y a día de hoy aún no ha aparecido.

Sin dudarlo, se dirige a Vitoria en busca de la perra

A pesar de ser un día laboral para Jorge, tras colgar el teléfono puso rumbo a Vitoria. Tras llegar al Centro de Recogida de animales y preguntar por la perra, le entregan un documento en el que ve marcada la casilla de recogida por parte del operario municipal.

Le solicitan el pago de 101 euros para poder recuperar a su perra

Indignado ante este hecho tras la misteriosa desaparición de Eli y su posterior aparición a más de cien kilómetros del lugar donde se desarrollaba la cacería, preguntó el motivo del pago de esa cantidad de 101 euros para poder recuperar la que es su perra, provista de microchip y presentando la documentación que le acredita su pertenencia.

Una tasa desproporcionada por recuperar a su perra

El funcionario le respondió que había que pagar el servicio de recogida, la tasa que cobra el Ayuntamiento de Vitoria.

Al solicitarle el importe de esta cantidad, responde Jorge «Evidentemente, si me roban una perra en La Rioja, me quitan el collar GPS, se llevan a la perra a una hora de camino y pierdo un día de trabajo, ¿cómo me pueden pedir dinero para recuperarla?».

Ante estos hechos se niega a firmar el documento. Tras unos momentos de incertidumbre en los que dudaba si podría rescatar a Eli sin abonar la cantidad solicitada y después de efectuar unas llamadas telefónicas, logró recuperarla.

Jorge nos dice textualmente: «No pienso pagar los 101 euros, que los pague el que se llevó a la pobre Eli, que estaba haciendo lo que más le gusta».

Deja a los perros de caza en paz

El cazador ha dejado una reflexión en forma de mensaje a esos que ven a un perro en el campo y piensan que están abandonados, cuando están trabajando y con su dueño cerca:

«Si ves un mastín suelto, no lo cojas, que está haciendo su trabajo; si ves un monte con señales de cacería, coches con remolques, oyes disparos, ‘deja a los perros en paz’ que ellos ya saben dónde están. Tú, urbanita ignorante (por suerte, no todos,) que crees que lo sabes todo cuando vas a la montaña, no tienes ni idea. Así que pregunta antes de ir y respeta, que si no, no lo harán contigo. Y encima habrás presumido con tus colegas de que has salvado a una pobre perra abandonada».

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