A fondo

La caza, la única manera de combatir el parásito que afecta a los corzos

‘Cephenemyia stimulator’, el parásito que afecta a las vías respiratorias del corzo, ha despertado ahora la preocupación de los animalistas. Hablamos con dos de los expertos que más han investigado la enfermedad durante décadas.


 Corzo
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Se trata de Florencio Markina y Luis Eusebio Fidalgo, quienes nos detallan la realidad de una enfermedad que lleva décadas presente en las poblaciones de corzo en España.

Florencio Markina, presidente de la Asociación Española del Corzo: «La caza es la única forma de combatir el parásito»

El presidente de la Asociación Española del Corzo, Florencio Markina, tiene claro que la caza es la única forma de combatir este parásito. La entidad lleva años realizando estudios que ya desvelan algún resultado, aunque, tal y como explica el experto, «aún queda mucho por hacer».

Markina cuenta que ya se ha demostrado que esta enfermedad tiene mayor incidencia en las zonas de clima oceánico, y es precisamente en estos lugares donde los investigadores se han topado con que hay entre un 40 y un 50% de corzos infectados. Curiosamente, hay más machos infectados que hembras, pero, al mismo tiempo, son ellas las que muestran una mayor carga parasitaria. «Para controlar esta enfermedad hay que controlar a las hembras porque son las que diseminan la enfermedad entre la población», cuenta Markina.

Un problema de sobredensidad

El presidente de la Asociación Española del Corzo también habla del problema de sobredensidad que afecta al corzo y de que las poblaciones están bajando en toda la zona norte de España. Sobre las últimas noticias publicadas en los medios y que hablan de la enfermedad, Markina cree que habla la ignorancia puesto que parece que es una enfermedad que se acaba de descubrir, «pero lleva 20 años en España y casi 60 en Europa», añade.

El parásito se ve favorecido por la sobrepoblación de corzos, por lo que la enfermedad «solo se puede solucionar controlando las poblaciones», ya que la densidad de animales debe bajar a través de la caza, «para que así sea más difícil la parasitación entre corzos», explica Markina, que apuesta por una caza racional y sostenible. «Si se prohibiese la actividad cinegética, en 20 años nos quedaríamos sin corzos», añade.

Dr. Luis Eusebio Fidalgo: uno de los primeros investigadores del parásito

El doctor Luis Eusebio Fidalgo, de la Universidad de Santiago de Compostela, es otro de los grandes conocedores del corzo y fue el responsable de un grupo de trabajo que se creó en la Real Federación Española de Caza. «En su momento, desde la federación, con la ayuda de cazadores y taxidermistas, tratamos de establecer la incidencia de esta enfermedad en las poblaciones de corzo en España», cuenta.

Las investigaciones lograron establecer que la incidencia es mayor en el noroeste y que se aproxima a un 50%, aunque en todas las zonas peninsulares se detectó también algún caso.

Uno de los estudios en los que participó Fidalgo empezó en el año 2012. «Esto no es algo de ahora, en zonas muy afectadas por la regulación de la extracción cinegética se han conseguido recuperar poblaciones, nos pasará como en Alemania, donde las poblaciones de corzo disminuyeron por la Cephenemyia y, posteriormente, aunque no tuvieron la misma abundancia, se recuperaron», comenta el experto, que también explica que prohibir la caza no se justificaría por la enfermedad ni por ningún otro proceso. Si algo queda claro es que a más densidad poblacional hay más transmisión y los profesionales ya tienen en cuenta este tipo de datos a la hora de establecer cupos de capturas.

Un insecto que parasita casi en exclusiva a los corzos

Fidalgo participó en un libro que lleva por título El ‘gusano’ de la nariz y garganta del corzo, en el que se cuenta cómo las larvas presentes en las fosas nasales y laringe de los corzos se corresponden con una fase de desarrollo de la mosca que lleva por nombre Cephenemyia stimulator, un insecto que parasita casi en exclusiva a los corzos.

En este ejemplar también se recoge que es necesario aclarar que no hay riesgo para la población humana puesto que el parásito no causa zoonosis, por lo que no se transmite. En este estudio, con resultados parciales, se muestra como la gran mayoría de corzos con larvas procedían del noroeste peninsular (Galicia, Asturias y León).

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