Barbones

Son muchos los cazadores de nuevo cuño que saben de avutardas lo que han leído o contado, aunque en una fecha no muy lejana fue una modalidad de caza autorizada y ejercida con fruición por muchos cazadores. Esta ave que puede llegar a pesar —los machos— hasta 20 kilos con una envergadura de 2,40, procede de las estepas de Asia y con el tiempo fue colonizando terrenos cerealistas del oeste de Europa.


Está considerada como una de las especies voladoras más grandes y a los machos se les conoce como barbones por las plumas que adornan su cuello. De porte majestuoso, esta ave gregaria intenta por principio correr más que volar cuando es molestada. En la actualidad su caza está prohibida en toda Europa pero, a diferencia de otros países, en España sus poblaciones son muchísimo más numerosas. De ahí que voces autorizadas hayan empezado a plantearse la posibilidad de autorizar un aprovechamiento racional en la modalidad de rececho. Son años que España estableció una moratoria transitoria al entender que la especie estaba en regresión, pero en este santo país las moratorias siempre terminan convirtiéndose en prohibiciones definitivas, fruto de la intransigencia de los anti-todo, la incompetencia administrativa y la pasividad de los cazadores. El caso es que solo en las estepas del Campo de Montiel dicen que hay muchas más avutardas que en toda Europa, sin olvidar otras muchas zonas cerealistas de la península donde la presencia de los barbones es cada vez más numerosa. Al no autorizarse su caza controlada los dueños de la ajeno cazarán furtivamente más avutardas que las que posiblemente se abatirían si estarían autorizadas. Lo que no es de nadie nadie lo cuida, máxime con esta especie que por su envergardura y caracter gregario los daños en determinados cultivos suelen ser de armas tomar. Por el contrario, si se autorizara su caza, los agricultores se cuidarían muy mucho de protegerla porque les aportaría unos ingresos antes impensables. Dicen los técnicos que si quiere mantener, incluso aumentar las poblaciones, es prudente cazar un 7% de la población existente. En el momento de las puestas, allá por Junio, ciertas prácticas agrícolas suponen desgraciadamente la pérdida de muchas de ellas. Su caza siempre muy compleja se efectuaba al ojeo o desde caballerizas, camuflados con mantas los cazadores. Pues eso, que procede un conteo en profundidad para dar solución a un patrimonio faunístico de primer orden que si lo seguimos abandonando se nos puede ir de las manos.
Comparte este artículo

Publicidad