Unidad y fuerza

El mundo de la caza lleva unos años soportando continuos y organizados ataques de los grupos anti-caza, cada vez más numerosos. Primero fueron los autodenominados ecologistas, luego los mal llamados ‘conservacionistas’ —los listos de turno—, más tarde los veganos y por último los animalistas, los más activos y radicales.


El caso es que los problemas con esta gente les llegan a los cazadores por todas partes y sin fundamento alguno. ¿Qué deben hacer para arreglar todos desmanes?, se preguntarán. En principio, se supone que deben hablar con estos grupos para buscar posibles soluciones. Y lo hicieron, cómo no. Pero cuando no hay siquiera voluntad de escuchar, mala solución tiene el problema. La mala uva aflora por todas partes y la administración se frota las manos viendo los toros desde la barrera. De puta madre. Está claro que la posibilidad de armarla todos la tienen, posiblemente unos más que otros, porque de memeces la sociedad está hasta el gorro. ¿Se arreglaría esto si el tema se radicalizara más, que se va a radicalizar? Posiblemente no, si la administración no toma cartas en el asunto y sitúe a esta gente donde deben. No olvidemos que en este lío está también el medio rural, tan afín a cazadores y pescadores. Y esto, amigo, les puede hacer pensar —nunca fácil— a algunos mamertos que se dedican a la política. Que pasen de todo, malo porque el petardo tarde o temprano estallará en Andalucía y por simpatía en todas las comunidades. ¿Cómo evitarlo? Ahora que se va a formar gobierno, pensarlo bien y decantarse por gente valiente y realista conocedores del campo y que no se dejen guiar por algunos técnicos que, bien nutridos por la administración, son beligerantes con cazadores y pescadores.
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