Sevilla tuvo que ser

Si emotiva fue la manifestación de los rehaleros hace 20 días, la de la semana pasada en Sevilla no lo fue menos, mucho más multitudinaria.


Desde primeras horas de la mañana los alrededores de la plaza de España miles de cazadores, más de 50.000 según apuntó la policía local, colapsaron todo el entorno para reclamar unos derechos cercenados por una Junta que se ha dedicado los últimos años a perseguirlos injustificadamente. La manifestación de más de un kilómetro de largo recorrió las calles de Sevilla hasta llegar al palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía donde los presidentes de la Federación Andaluza y de la Oficina Nacional de la Caza arengaron a los cazadores. Aunque con gran estruendo de caracolas, cornetas y aparatos de percusión la manifestación transcurrió sin incidente alguno a pesar del cabreo de los cazadores andaluces ninguneados por unos políticos de medio pelo, incapaces de corresponder legalmente a un colectivo de cazadores de a pie, modélicos donde los haya. No es fácil entender que un gobierno como el andaluz que presume de progresista y liberal arremeta con saña contra los más humildes, que lo hace, sino también contra los más sensibles y delicados en su actividad como son los silvestristas. ¿Cómo se puede justificar este comportamiento? ¿Será que los cazadores no tenemos la sensibilidad de los altos cargos políticos? Pues bien, ni la queremos ni nos hace falta para ir por la vida con la cabeza bien alta. La organización por parte de la Federación Andaluza de Caza, ejemplar, y el mensaje de su presidente, acertado, pasional y con un profundo calado sentimental. Propio de un presidente honrado y respetado. La Oficina Nacional de la Caza, la mesa en defensa de la caza en Andalucía y los presidentes provinciales arroparon a José María Mancheño que agradeció el gesto públicamente. Acompañó el tiempo pese a que las previsiones daban agua. Algo estaremos haciendo bien los cazadores, porque al término de la manifestación cayó lo que no está escrito. Vamos a esperar en qué se traduce por parte de la Junta de Andalucía todo este movimiento social. Esperemos que impere la cordura porque de lo contrario, como bien dijo Mancheño en su discurso, en las urnas nos veremos. No sería malo que otras comunidades que están también enfrentadas con los cazadores sean capaces de ver las orejas al lobo y arreglen racionalmente sus problemas con los cazadores.
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