Remontan las perdices

A diferencia de la temporada pasada las perdices en general han criado bien —más del doble de ejemplares— y eso se ha notado en las perchas. Falta hacía, porque su presencia llegó a ser meramente testimonial y preocupaba sobremanera el futuro de la especie.


Sonó la flauta y durante el periodo de ovificación y cría se dieron todos los condicionantes climatológicos para que los perdigones saliesen adelante al amparo de una madre cuidadosa y exigente capaz de dar su vida por la prole. Los cazadores, lógicamente, contentos. Se han visto perdices el día de la desveda, incluso han abatido codornices que criaron tarde. Quizá en los acotados donde no se ha cosechado el girasol —aprovechan las perdices para ocultarse— no se han visto tantas como por otros lares. Pero todo se andará si el tiempo acompaña y se corta el girasol, si es que no se ha cosechado ya. Una buena cosecha siempre va ligada a un incremento de las especies granívoras. Algo que antaño —llovía mucho más— se daba con cierta normalidad. Rendimientos de 4000-5000 kg/ha en trigo en zonas de secano en Castilla y León es algo que desconocían los agricultores más veteranos del lugar, ya que la media se sitúa anualmente en 2000-2500 kg/ha. Con la cebada y la avena ha pasado algo similar al superar los 6000 kg/ha, el doble que un año normal. Por el contrario, en las zonas más frescas y regadíos la cosecha de trigo ha sido algo inferior, fruto de las abundantes aguas. Esto ha supuesto exceso de malas hierbas, muchas fumigaciones y las perdices lo han acusado. No es fácil que llueva a gusto de todos y menos para las perdices de esas zonas. Es el caso de la Bureba (Burgos), tierras muy fértiles y húmedas donde la cosecha ha sido irregular. No en vano tradicionalmente obtienen del orden de 7000 kg/ha y este año, a diferencia de las tierras más secas y menos fértiles, se han visto afectados por las persistentes lluvias. Similar a lo acontecido en Álava, donde los rendimientos medios han bajado a 5000 kg/ha en trigo, frente a los 6000 kg/ha de los últimos años. No es fácil que la gracia de Dios se reparta equitativamente.
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