La hora de truchas

El domingo se desveda la pesca en los ríos de Euskadi. Preveer cómo se va a desarrollar la temporada no es tarea difícil, no en vano los ríos en general no tienen gran capacidad de generar vida acuícola y lo que de ellos se extraiga estará supeditado a lo que la administración haya introducido en sus aguas, es decir, animales de piscifactoría, eso sí con un linaje genético cada vez mas puro.


Esa y no otra es la realidad de nuestros ríos, porque hablar de desarrollo sostenible se me antoja de momento complicado, pese a los esfuerzos institucionales que los hay e importantes. Porque la ingerencia del hombre en los ríos es constatable en muchos lugares y frenar esa intervención de años atrás supone a las instituciones templar gaitas para no frenar un progreso algunas veces equivocado. Decía Felipe González que, entre los patos de Doñana y los agricultores, se quedaba con los segundos y no le faltaba razón, pero quizá se olvidó de añadir que las necesidades del presente no deben comprometer las obligaciones del futuro al controlar el caudal de los acuíferos. Lo que no es de nadie difícilmente se cuida y los ríos han sido el lugar donde van a parar muchas de nuestras vergüenzas. Así que respetémoslos para exigir ser respetados. Ciñéndonos a la pesca del día a día, sabido es que en algunos ríos está prohibido la pesca con cebos naturales por aquello de ser un señuelo más efectivo, pero el problema no debe ser el cebo sino el pescador que no respeta los cupos. No hay mejor forma para saber qué cebo utilizar que abrir las entrañas del pez que se pretenda pescar y observar en su interior lo que está comiendo. Las truchas pueden comer desde gusarapas, moscas, larvas, gusanos, ranas, peces de distinto tamaño y cualquier despojo que el hombre arroje al río. Una trucha de 1 kilo fácilmente se traga otra de 100 gramos y, las que tienen la carne colorada por el pigmento de los cangrejos, tranquilamente seis crustáceos de mediano tamaño, aunque su alimento preferido sean las moscas, desestiman pocas materias orgánicas que caigan al río. De todas formas la pesca a mosca se ha convertido junto a la cucharilla en la modalidad más practicada y la pesca sin muerte en una referencia indiscutible de futuro. Para terminar, un dato a tener en cuenta cuando se utilice moscas artificiales. Con anzuelos del 9 o 10, hipotéticamente tendremos 5 picadas de las que dos o tres serán efectivas, mientras que con el 12 o 13, 25 o 30, ocho o diez de las cuales irán a parar a la cesta. Por cierto, gran labor de Juan José Merino de Vitoria al lograr entre otras que una de las reivindicaciones de ADECAP como es pescar todo el año los lucios en algunos ríos alavesas se haya llevado a efecto. Que ustedes lo pesquen bien.
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