Abogado de secano

Corría el año 1995 cuando asistí a un mitin de Pepe Bono en la Plazuela de Santiago en Ciudad Real. Fuimos varios compañeros de carrera: Luis Ayala, Pepe Gutiérrez Bermejo, Antonio Muñoz, Bruno… Ninguno afecto al partido, alguno comunista, otro ácrata y otros del PP. Eran los años bárbaros.


Recuerdo varias anécdotas inolvidables de aquel día y varios chascarrillos de un Bono ingenioso y sembrado en plena trayectoria ascendente. Decía mi paisano del Salobre que desde el partido de la oposición le criticaban que era un abogado de secano. A todo esto un borracho repetía con la voz ronca una y otra vez ¡mentira! Las juventudes, socialistas claro, no tardaron en echarlo y desahuciarlo de la plaza. En el año 2007 recibí una llamada de la Federación Española de Caza, buscaban un abogado joven, que hablara inglés, y que supiera de caza. Se jubilaba Ángel Gracia, secretario general y gerente. Me extrañaba que un puesto de este estilo no estuviera reservado a algún enchufado y me mantuve en prevengan una temporada hasta que comprobé que no había gato encerrado. La desconfianza y el caldo de gallina nunca le han hecho mal a nadie. Ha sido una experiencia impagable. Un master remunerado del que me quedo con lo mejor. Me guardo el cosechón de cariño recogido. Omnia in bonum (todo sucede para bien). En ningún momento dejé de cultivar mi faceta jurídica. La maleta hecha y como el entrañable José Luis Garrido, ligera de equipaje. Hace menos de tres meses mi relación profesional con la RFEC terminó. Punto y aparte. Ahora toca seguir andando caminos y atracar en cien riberas. He decidido volver a mi profesión de abogado, a la que tanto debo, que me ha servido y a la que he servido. Abogado de secano, rompezapatos, que camina o revienta y que enfoca el ejercicio de la profesión desde el bien, y con vocación de servicio. Por supuesto vuelvo al Turno de Oficio Penal, que tanto me permitió conocer sobre la naturaleza humana, visitando las cárceles, las celdas, las comisarías y los cuarteles. Y como siempre seguiré llamando al pan, pan y al vino, vino. Para los que no lo sepan abogado viene de ‘ad vocatus’, llamado a ayudar. Aunque les parezca mentira. Pienso hacer cepa en mi tierra, Ciudad Real, después de seis años de hacer vida de palomar, saliendo al ser de día y volviendo de noche. Es tiempo de transitar nuevos senderos, y seguir haciéndolo como dice el Estatuto General de la Abogacía, con libertad, y con independencia. Yo añado, siempre con dignidad. Por cierto, el mitin terminó con Bono pidiendo un aplauso a la multitud para las monjas de clausura que están en el convento que da a la plaza. «¡Os pido un aplauso para estas mujeres, que aunque ellas no son de mí, yo sí soy de ellas!». Divertido, ¿no? Publicado en la Revista Trofeo. Artículo mes de marzo. Sección ‘Con la venia (o sin ella)’
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