Cogito ergo sum

La Dirección Xeral de Conservación de la Xunta de Galicia ha puesto sobre la mesa un anteproyecto de Ley, de Protección Animal de Animales de Compañía en Galicia que, si nadie pone remedio, sería como permitir que nos dieran una bofetada sin manos.


Y que es así pues, como buenos ilusionistas que son, nos despistan con una mano, mientras que, de forma velada, introducen una serie de elementos en esta relación no exenta de complicaciones que hay entre cazadores, algunas administraciones, y también personas de Gobierno, personas a las que en su día les costó su trabajo llegar a un acuerdo para legislar lo que ahora pretenden borrar de un plumazo… con algo muy simple: denominar a nuestros perros «animales de compañía». Error, esto no es así, nuestros perros, a los que amamos por encima de todas las cosas —vaya bien alto y claro este mensaje por delante—, desempeñan una función específica en el monte. No son animales de compañía, son animales de trabajo, lo mismo que perros de guarda y defensa, los pastores, los de rescates de personas, detectores de drogas y un largo etc. Por algo tienen su legislación específica. No podemos permitir, bajo ningún concepto, que ahora nos cuenten la película empezando por el final: Que si ponemos en peligro a nuestros canes, cuando lo que hacen es ejercer su cometido cinegético. Que estaremos sometidos a multas que serían recaudaciones pecuniarias —no puedo llamarla de otra manera, es una recaudación—. Que si entre cazadores no podríamos intercambiar cachorros… Ya está bien, ¡hasta aquí podíamos llegar! De seguir su curso este anteproyecto, entrañará una serie de secuelas que, si nos ponemos a desmenuzar y pensar fríamente, nos acarrearía fatídicas consecuencias, entre ellas la desaparición de la caza con perros, eso sí… previo pago de su importe y con el añadido de que pretendan disfrazarlo con la simpleza de denominarlos «animales de compañía». Esto es colmo… como el anuncio de: ¿Aceptamos barco como animal de compañía?… ¡pues NO! Está también el tema de la prohibición de los collares eléctricos, en fin, un no parar… Debemos poner freno, concentrarnos en algún sitio, hacer algo de ruido, leches, ¡reclamar! Yo no veo que la Federación Gallega haya movido aún ficha en todo esto; lo que sí veo, para mi agrado, es que eso es lo que van a hacer nuestros compañeros de La Mesa Gallega por la Caza, en colaboración con la delegación para Galicia de la Asociación Española de Rehalas y la Asociación de Caza Mayor de Galicia, presentar alegaciones y dar la cara por el colectivo. Que cuenten conmigo para lo que sea menester, y así deberíamos hacer todos. La unión hace la fuerza. Hay que plantar cara, pero ya. Reivindicar lo que por ley está ya negro sobre blanco. Punto.
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