5 de junio: una visión diferente

Hace unos días se vivió en Madrid algo impensable hasta la fecha: el mundo de la pesca, caza y mundo rural trasformaron las calles de la capital en el escaparate de un grito al unísono: ¡Basta ya! Por fin nos unimos para decir hasta aquí a las barbaridade


De esto ya se ha escrito ríos de tinta, mil y una opinión al respecto, pero yo quiero pararme en algo que me llamó la atención no dejándome indiferente, y que hizo volar mi mente mientras recorría las bellas calles de Madrid, trasladándome a mis jornadas desde chico en los campos españoles, esas jornadas de caza rodeado de amigos y algo esencial en esas jornadas: el taco.
Mientras andaba con miles de desconocidos de nombres y caras, pero familia de pasión, allí vi cómo se pasaban de mano en mano sin mirar quien comía y sin darle ningún tipo de importancias, jugosas tortillas de patatas (sí, de esas de verdad, con huevos de gallina de campo y no de supermercado), chorizo de orza, tarugos de jamón de los que sabemos dar buena cuenta con esa navajilla que a ninguno de nosotros se nos olvida, hogazas de pan reciente… Así me podía tirar muchas líneas describiendo lo que en esas calles sentí. Sin olvidar, cómo no, la bota de vino, el agua fresca cogida de las fuentes y, lo más curioso en esta sociedad en la que vivimos, allí comía y bebía todo el mundo, hubieran aportado algo al taco o no, nadie te miraba con cara de «tú quién eres». Sí señores, allí se vio la realidad de lo que la gente que amamos la naturaleza somos, gente sencilla, solidaria, compañeros, gente que nos une una pasión y no una condición, de esa bota beberíamos cocineros como yo, periodistas, médicos, albañiles, personas en busca de trabajo, estudiantes, etc.
Allí estábamos familias compuestas por adultos y por niños, por ancianos que ya no pueden salir lo que quisieran al campo, pero que no podían dejar de luchar por su historia, y sí, cómo no, alrededor de una mesa llena de viandas en la que se dejó claro a esta sociedad manipulada que: ¡Basta ya! Señores políticos, señores chupópteros de subvenciones, quedó claro que tenemos viandas para seguir luchando esta vida y mil más.
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