Cazador rural, cazador urbanita

No voy a entrar a valorar ni a uno ni al otro, puesto que el gremio es muy amplio y en los dos bandos hay de todos los colores. Pero vengo observando en ambos el cambio de su conducta desde hace varios años, y eso sí me preocupa.


¡Cómo han cambiado los tiempos para la caza y lo que cambiarán! ¿Se dan cuenta de lo que estamos haciendo con el medio natural? El hombre lo interviene a su antojo, harto de aburrimiento ya no sé qué más le queda por inventar. Es más parecido a un circo o a un gran parque temático. El progreso trae consigo cosas positivas y cosas negativas y no hay quien lo pare. Es el precio de la evolución del hombre. Lucha por conseguir el equilibrio. Pero la especulación. ¡Ay amigo!, no tiene ni parientes ni amigos. Poderoso es Don Dinero. La especulación también a llegado a la caza de la mano de esos mal llamados gestores cinegéticos —digo especuladores cinegéticos—, ansiosos de hacer dinero comprando fincas y terrenos a troche y moche, descuartizando territorios, utilizando métodos ilegales para eliminar depredadores. Claro, en beneficio del aumento de poblaciones de animales cinegéticos. Para vender esos pases, jornadas o acciones de caza prometiendo el oro y el moro, con el rótulo atractivo de «Fauna auténtica silvestre». Hay muchos tipos de gestión, con buenas experiencias y buenos modelos, que pueden hacer las delicias de los cazadores más modestos y también de los pudientes y exigentes. Pero estos modelos de gestión, y me refiero a los que se realizan en algunos cotos intensivos —de reglamentación específica—, hacen que cambie la actitud del cazador a negativo. Hay cazadores que están en una permanente competición. En caza natural y salvaje, esto es prohibitivo. El carácter social de la caza como valor positivo hace que nos relacionemos y crea vínculos de amistad. Pero depende del clima que se respire en el coto, y sobre todo del cariz del titular del vedado, que tiene que ser un experto en relaciones humanas o de lo contrario no parará de tener disputas, trifulcas y desengaños. Luego está el valor que le da el cazador a la pieza abatida. Hay animales de repoblación que verdaderamente no tienen nada que envidiar a los puramente silvestres. Te ofrecen lances que son un testimonio de las cosas bien hechas. Cada cazador tiene que pensar qué es para él lo que le satisface. Cantidad o calidad. Para mí esa perdiz o liebre de sierra, que te vacía la escopeta y se va, no tiene precio. En los intensivos se matan muchas perdices a peón o estáticas. Que cada uno juzgue por sí mismo. Con motivo de las fiestas que se avecinan, sólo pido que el espíritu navideño ilumine a la Federación para que nos defienda de esta Sociedad tan moderna, vanguardista y predadora de las costumbres y las tradiciones, y que los Reyes Magos traigan la unión de todos los cazadores, urbanos y rurales.
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