Eppur si muove

A veces el victimismo es la peor de las enfermedades; casi siempre el pensar que el mundo está en tu contra no te deja trabajar en el camino adecuado y te hace ver gigantes donde sólo hay molinos. A los cazadores nos pasa algo de esto y bien haríamos en no dar tanta importancia a los detractores inconsistentes de la caza y trabajar en positivo que es mucho más constructivo. Porque, pese a quien pese, el mundo de la caza cada vez se está separando más de su concepción deportiva y acercándose más a su realidad economicosocial: el sector primario. Y si no, sólo hay que repasar algunos acontecimientos de los últimos días…


La Consejera de Medioambiente y Desarrollo Rural de la comunidad asturiana, Belén Fernández, publica un artículo en el que justifica la unión de medioambiente y desarrollo rural. Acredita esta unión en la concepción de la biodiversidad como fuente de riqueza tanto en sí misma (valor intangible) como en la obtención de productos naturales, todos ellos asociados al medio rural; y propone la explotación de estos productos de manera racional, lo que, sin duda, revertiría en el bienestar de la población y en el equilibrio ecológico. Enumera la Consejera entre estos ‘productos’ a la agricultura, la ganadería, la caza y la pesca, etcétera… En las Islas Baleares se está creando una asociación de propietarios forestales (los incendios pasados en la comunidad canaria les han puesto las barbas a remojar) para, dicen ellos, sacar a los bosques insulares del abandono en el que están y gestionarlos para mejorar su rentabilidad al mismo tiempo que su equilibrio ecológico. Proponen, entre otras cosas, el cultivo de trufas y setas, ganadería extensiva, cría de caracoles, caza, etcétera… En la reciente feria de FERCATUR el consejero de Medioambiente de la Junta castellanomanchega, José Luis Martínez Guijarro, declaró que ésta quiere dar un impulso a la actividad cinegética que, además de ser un elemento de equilibrio medioambiental en esa comunidad, da trabajo fijo a más de 5.000 personas, produce más de un millón y medio de jornales y factura más de 300 millones de euros, convirtiéndose así en un sector relevante bajo el punto de vista social y económico. Además, quiere proponer a las Juntas de Extremadura y Andalucía la implantación de una licencia que permita cazar en las tres comunidades… Andalucía quiere implantar un ambicioso Plan Andaluz de la Caza, por el que se pretende, entre otras cosas, la gestión integral y diferenciada de distintos territorios andaluces en función de sus diferentes condiciones geográficas, climáticas, forestales, agrícolas, etcétera… El diputado por Málaga Antonio Romero, de IU (a la sazón galguero), pregunta a la Junta de Andalucía por el número de licencias de la comunidad; la respuesta —más de 308.000 con unos ingresos, sólo por tasas de licencia, superiores a los tres millones de euros— le hace declarar que la caza es la ‘culpable’ de la presencia de numerosos visitantes extranjeros en la región y que es una actividad cada vez mejor gestionada y más sostenible… En la Generalitat de Cataluña, el Tripartito pretende sacar un decreto autorizando la caza en barraca (modalidad tradicional catalana similar al parany valenciano) y se dispone a soportar un chaparrón que le puede venir hasta de Bruselas… ¡Y todo esto en menos de una semana! Las ferias de caza, asociadas a otros sectores, florecen como setas en la geografía española —cerca de sesenta— con gran apoyo institucional… ¿Entonces…? Bien es cierto que todavía tiene detractores poderosos —v. gr. Cristina Narbona— a los que habrá que convencer de la bondad de la actividad; pero la evidencia y la praxis diaria nos dice que, ante interesadas, hipócritas y sensibleras teorías referentes a la actividad cinegética, nosotros podremos decir lo que comentó Galileo a la salida del tribunal eclesiástico que le juzgaba: Eppur si muove.
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