Reforma al Reglamento de Armas

He leído las modificaciones al Reglamento de Armas que propone la Asociación Armera y, sin entrar en demasiado detalle, observo que intenta arrimar el ascua a su sardina sin considerar otros aspectos que afectan a los cazadores aunque sí a su negocio, por lo que se pierde, una vez más, la posibilidad de actuar unidos y de tratar que se agrupe toda la legislación que nos afecta en materia de armas y de municiones.


Lo que pudiera resultar sorprendente, y que tristemente no lo es para mí, es el hecho de que la ONC, la RFEC y la RFTO figuren como partícipes de esta iniciativa y no hayan considerado el resto de la problemática. Está claro que los temas de fabricación, transporte de piezas, envío de pedidos, almacenamiento de armas y componentes, navajas automáticas, tonfas, etc. es algo que a los cazadores no nos afecta. La venta de armas a extranjeros, la exportación, el etiquetaje de los envíos, las muestras de los representantes, y muchas más cosas, tampoco. Que la figura del armero tenga mayor importancia ante la Intervención de Armas, pues ya ha superado los filtros personales reglamentarios, es muy lógico. Como lo es que se elimine la absurda prohibición sobre la publicidad de las armas y sobre el tema de los visores. Que se pretenda ocultar al comprador, aunque no a la Guardia Civil, el año de fabricación, me parece insultante y no justificable, además de inútil. Y todavía más, opino que cada arma, así como cada tipo de munición, debía entregarse con mayor información de la que actualmente se facilita al comprador. Que el escrito hable de “la diferente peligrosidad de cada tipo de arma” es otro despropósito. Las armas son objetos inertes, y ni salen corriendo, ni se cargan ni se disparan por sí solas. En todo caso, la peligrosidad la tendrá el individuo que las posea o un manejo imprudente o temerario de las mismas. Que la revista periódica debiera desaparecer es algo que ya se viene pidiendo desde hace tiempo. No es operativo ni prudente que haya que presentar a la Guardia Civil todas las armas que se poseen en cada renovación de los permisos. Es una pérdida de horas de trabajo, una exhibición de las armas totalmente imprudente de cara a la seguridad de las mismas y de su portador, y un trámite subsanable puesto que cada adquisición y/o venta ya se controla desde la Intervención de Armas, que tiene prevista las sanciones oportunas para cualquier infracción. Como agravante, el hecho de que normalmente no se pueda aparcar en las proximidades del local de la Intervención, por lo que, si se poseen varias armas, hay que disponer de la ayuda de una o más personas para la conducción y el traslado. Para cualquier delincuente o grupo de ellos, es demasiado sencillo controlar esos movimientos de armas y actuar en consecuencia sin que esos armeros de seguridad, que más bien parecen taquillas de gimnasio, las protejan ni cualquier cosa asegure la integridad de su propietario, de su familia y de su domicilio. Pero hay otros temas cuya revisión también se hace totalmente necesaria o más bien imprescindible y urgente. Por ejemplo el concepto de abandono del arma cuando está en el maletero del coche y el propietario se separa de él para comer, para hacer cualquier otra necesidad, o simplemente para asistir al sorteo y presentación de la documentación. El límite de 500 cartuchos por vehículo, que si, como es normal, va ocupado por cuatro o cinco personas que van a pasar un fin de semana de ojeos, lo tienen crudo. La prohibición de viajar con la munición en un transporte público también ocasiona muchos trastornos y no creo que aporte nada útil. Los problemas que puede ocasionar, y ocasiona demasiadas veces, llevar un cuchillo de monte o el clásico cuchillo de remate, pues queda al “buen criterio” del agente de turno, lo mismo que una buena navaja, tan útil y necesaria para muchos usos. Tener que enfundar el arma para atravesar un camino público, que obliga a cazar con un peso y bulto añadido. Los problemas “prácticos” para recargar munición. Los problemas para probar, regular, o entrenar con arma larga rayada. El que se te pueda requisar un arma por una infracción en la que no haya sido utilizada, y las dificultades para poder recuperarla. El hecho de que las competencias de la Guardia Civil les autorice a controlar las armas “en cualquier momento y lugar”, que permite hasta que echen por tierra una montería ya comenzada transitando por la mancha y pidiendo la documentación a los monteros que están colocados en sus puestos. Se toca de pasada el tema de la reducción del plazo de vigencia del permiso de armas en función de la edad, pero sin considerar que la media de vida se ha incrementado considerablemente. Entiendo que la caza se puede practicar a cualquier edad y que es el cazador quien se autolimita en función de sus facultades físicas. Está claro, o así lo creo, que no requiere el mismo esfuerzo físico un ojeo, que cazar la perdiz con reclamo, o que recechar un rebeco. A esta lista posiblemente le puedan añadir más asuntos los cazadores de otras zonas geográficas y que practiquen otras modalidades, y les invito a hacerlo. Repito que considero lamentable que no se hayan estudiado las modificaciones que serían necesarias para presentar un escrito en el que se recojan también los problemas que afectan a los cazadores que, una vez más y aunque parezca lo contrario, nos vemos privados de opinar en algo tan importante y que nos afecta tan directamente.
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