Vamos hacia un suicidio colectivo de los cazadores

He leído un dato del INE que da qué pensar. La cifra de suicidios ha vuelto a crecer por tercer año consecutivo. Un total de 3.870 personas se quitaron la vida en un año, un 22 por ciento más que tres años antes, y es la primera causa de defunción no natural en España, bastante por delante de los accidentes, ya que por cada muerto en carretera hay dos suicidas.


Los motivos, tantos y tan difíciles de explicar. Pero no estarán lejos la larga crisis económica y una sociedad en la que la soledad y la falta de empatía se da cada día. Quizás al llegar aquí se pregunten de qué van estas líneas. Muy sencillo, creo que vamos a un suicidio colectivo como cazadores, que si no nos ponemos de una vez en marcha juntos y fuertes en defensa de la actividad cinegética en nuestro país nos quedan tres telediarios. Partidos populistas, grupos ecologistas radicales, grupúsculos anticaza van socavando los cimientos del mundo venatorio, sin una respuesta dura y tangible, incluso ante los tribunales. Una muestra. Es uno de los hombres que desde hace muchos años ha hecho más por la caza, un profesional que ha llevado a las Reservas de Caza de Castilla y León a límites que nadie podría pensar y que siempre ha facilitado el acceso a todos los cazadores. Es Juan Carlos Peral, un hombre comprometido con la defensa de la naturaleza y de la caza, un ingeniero con una trayectoria impecable. Pues no se lo parece a Ecologistas en Acción, que lanza una campaña para que la Junta le destituya al frente de la Reservas de Castillas y León por «su modelo de gestión basado en la producción de caza mayor desfasado e incompatible con criterios de sostenibilidad y conservación que debieran imperar en los espacios naturales más valiosos». Y lo que es más grave para mí es que todavía no he visto que ningún colectivo de cazadores, ninguna organización del sector, haya salido en su apoyo. Así nos va. Luego nos quejaremos y para entonces ya no habrá remedio.
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