¡No hay derecho!

Hoy comentamos una situación que ya se ha producido más de una vez y que ha causado disgustos y contratiempos a españoles fuera de nuestro país, viéndose perjudicados de la manera más gratuita y absurda por un planteamiento tan equivocado como grave en la documentación de sus armas. Además, de ello les puedo hablar en primera persona.


Cuando en 2008 viajé para cazar a Sudáfrica, uno de mis rifles tenía dos cañones, uno evidentemente anotado como adicional en la guía de pertenencia; y hasta aquí todo normal. Lo malo, lo desconcertante, es que el dato más sensible en la identificación de un arma, su número de serie, se había complementado en la guía con un guión y otro número que se añadía literalmente al original. Es decir, que desde ese momento el número estampado en el metal del rifle no era exactamente el mismo que el del documento. Como sabía que ese detalle ya había causado más que molestias a un español en la aduana turca, y para curarme en salud ante la actuación de la policía sudafricana, solicité en mi Intervención me facilitaran un escrito que reflejara que esa modificación se producía desde el propio aplicativo informático (según me habían dicho), utilizado para expedir las guías. Resumiendo, les diré que conseguí que el entonces capitán interventor me facilitara (de muy mala gana), una cuartilla de papel en la que se decía que esa circunstancia obedecía al protocolo interno de la Guardia Civil. Y recuerdo perfectamente que me dijo —como para que le oyese toda la dependencia— que «aquello era una tontería». Pero claro, él ni había tenido problemas en Turquía ni se enfrentaba a quizá tenerlos en Johannesburgo. Volviendo a resumir, «me libre por los pelos» de que mi rifle se quedara en el aeropuerto sudafricano, con el grave problema que ello me hubiera causado, pues ese arma estaba también allí como herramienta de trabajo, y ya saben ustedes a lo que me dedico en los últimos treinta y dos años. Afortunadamente para mí, tras andar varios minutos por aquella oficina con el rifle en una mano y la guía en la otra, tras haber observado la inexactitud, puede decirse que el policía pasó del tema, seguramente porque éramos demasiados a cumplir trámites en la dependencia del concurrido aeropuerto en aquel momento. Tras aquello, envié un escrito a mi Intervención, con copia a la Central (supongo que también lo haría más gente), y el caso es que al cabo de un tiempo el número dejó de aparecer en las guías emitidas… aunque apenas pasaron unos pocos meses para volver a hacerlo. No es caso plantear lo que debe figurar o no en esos documentos a criterio de la Guardia Civil, sino de reclamar una necesaria sensibilidad hacia los problemas que se han venido sucediendo, cuando ciudadanos españoles, perfectamente documentados (o eso se creían ellos), han vuelto a enfrentarse a la admirable y muy respetable rigurosidad de policías extranjeros que demostraban, palpablemente, que en guía y arma no figuraban los mismos datos. Y ni se imaginan «la cara que se te pone» a 9.000 Km de casa. Yo descubrí (con horror) el año pasado desde los ocho folios que recibes como documentos de caza que llevaba varios días haciéndolo en África con un rifle —cañón— que no había sido reflejado entre las armas que importé temporalmente, ni tampoco los 60 cartuchos que lo acompañaban, y estoy seguro que fue por la misma razón. Hace días, otro español entró en Hungría para cazar, pero sin su rifle —de nuevo por esa sutil circunstancia—, y ha tenido que volver para recoger el arma que quedó allí hasta esclarecer esa irregularidad. Sólo espero que, con todo lo que puede aportar, reclame los daños y perjuicios correspondientes. Parece más que claro que no hay derecho a tal despropósito. Si el numerito debe figurar seguro que en la guía hay espacio suficiente para no añadirlo literalmente al de serie, lo que ya se ha demostrado demasiadas veces como un auténtico y perjudicial absurdo. Y, por cierto, como viene al caso les diré que el pasado 14 de mayo la Guardia Civil cumplió 170 años. Así que nuestras más sinceras ¡Felicidades!, por supuesto.
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