Accidentes en carreteras españolas por choque contra animales

En los últimos ocho años, la media de víctimas en España por choques contra animales ha sido de once fallecidos, cantidad que se habrá repetido en los 20.000 siniestros estimados en 2012. Algunos jueces condenan al titular del coto por no vallar y encorralar a los animales silvestres.


En España hubo en 2011 algo más de 17.000 accidentes de los que más de seiscientos cincuenta fueron con víctimas: diez muertos, ochenta y cuatro heridos graves y más de quinientos cincuenta leves. Y esto es doloroso e irreparable. Las pérdidas materiales que pagan en su mayoría —bien por sentencia o por seguro— los titulares de cotos, se deben calcular de manera muy prudente a razón de unos mil euros por accidente, sin contar el valor de las reses. Ese año se mataron más de diez mil trescientas reses, cuya pérdida para los cotos se estima en unos siete millones de euros, considerando el valor cinegético de un jabalí en unos trescientos euros y el de un cérvido en unos mil cien euros. En el año 2012 se habrán producido en España cerca de veinte mil accidentes partiendo de los datos conocidos de ese año para Castilla y León. El número de muertos estará, desgraciadamente, alrededor de los once; tal y como sale la media en los últimos 8 años. En estos accidentes de 2012 y atendiendo a las estadísticas de años anteriores habrán desaparecido también doce mil reses valoradas en unos ocho millones y medio de euros también a cuenta de los cazadores. En España el 80 % de los accidentes contra animales son producidos por tres especies: jabalíes (32%) Cérvidos (22%) y Cánidos (25’8%). Entre Castilla y León que sufre el 36% de la accidentalidad y Galicia con el 18%, nos adjudicamos cada año más de la mitad de los accidentes contra animales de España. En 2012 se produjeron en Castilla y León 6609 accidentes en carretera contra animales silvestres, perros abandonados y algunas especies ganaderas. De ellos, 196 han sido con víctimas: 3 muertos, 13 Lesionados graves y 180 leves. El año 2011 hubo en esta comunidad 5746 accidentes de los que 124 lo fueron con víctimas, lo que representa que se han incrementado los accidentes un alto porcentaje y los que han producido víctimas de manera desproporcionada. Los animales que más accidentes provocan en Castilla y León son el corzo (47%), el jabalí (31%), los cánidos: perros y zorros en proporción 3:1 (14%), los ciervos (5%) y otros animales (4%). En tres provincias se producen el 60% de los accidentes. Burgos con 1608 accidentes lidera la comunidad, seguida de León con 1480 y Soria con 891. Los accidentes provocados por fauna tienen la gran desgracia en los centenares de victimas humanas que producen cada año. Por otro lado, tienen el inconveniente añadido de eliminar una riqueza faunística impresionante y suponen un cargo para los cazadores —injustamente sentenciados como responsables— de unos veinte millones de euros, que si no lo son por sentencia directa, sí que los pagamos cada año para asegurar la posible responsabilidad del riesgo inherente a cada coto, ya que son casi en su totalidad espacios abiertos en los que los animales se mueven en total libertad, atendiendo sólo a su instinto. En España hemos estimado a razón de unos mil euros accidente, pero en algunos países de Europa los daños andan entre mil quinientos y dos mil euros por siniestro. Además, hay que valorar las reses muertas, siempre a nuestro cargo. El director gerente de la ACEX (Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras) manifiesta que sus empresas recogen diariamente de las carreteras unos 1000 animales diarios, desde un topillo a un caballo. La Fundación Affinity denuncia que en el año 2010 se recogieron en España 110.000 perros abandonados, que como queda claro son responsables de miles de accidentes. Según Ecologistas en Acción, alrededor de diez millones de vertebrados mueren cada año en las carreteras; en este caso sin dar conocer las fuentes de datos que ilustran esos millones de muertes tan desproporcionadas que adjudica el grupo ecologista. El problema es mundial. En Suecia en 2010 hubo 43.000 accidentes contra la fauna con 26 muertos. En Alemania tienen cuatro veces más accidentes con víctimas (2411) que nosotros. En Noruega y Holanda tienen muy pocos y ningún muerto y en Suiza una siniestralidad parecida a España. En ninguno de estos países el coto es responsable. No hay soluciones únicas para este problema en ningún lugar del mundo. Los medios que se ponen en todos los países son similares. Las infraestructuras deben disponer de pasos de fauna adecuados en las vías nuevas y en el caso de autovías o autopistas, es necesario vallar. En las carreteras secundarias es necesario clarear los bordes y disponer de repelentes químicos, señales, emisores lumínicos y acústicos, etc. porque vallar es algo impensable que, además, lo que hace es trasladar el problema al final de la valla. La Ley 17/2005, de 19 de julio, por la que se regula el permiso y la licencia de conducción por puntos, incorpora a ésta una Disposición Adicional Novena titulada Responsabilidad en accidentes de tráfico por atropellos de especies cinegéticas y considera culpable al titular o propietario del coto sólo cuando el accidente sea consecuencia directa de la acción de cazar o de una falta de diligencia en la conservación del terreno acotado. Aquí es donde entran los jueces científicos. Algunos sesudos jueces consideran que hay falta de diligencia del coto y condenan al titular por no haber vallado las carreteras secundarias de España. Vallar un Km de carretera, por ambos lados, cuesta 50.000 euros y vallar los 150.000 Km de carreteras secundarias de España costaría unos 7500 millones de euros. Creo que estiman esos jueces tan sabios que debemos hacer un prorrateo a razón de unos 10.000 euros/cazador y vallarlas, poniendo así verdaderas puertas al campo. Parece que no debemos perder la esperanza y se va a resolver la injusticia con la nueva Ley de Montes, pero cualquiera se fía de lo que puede decir un juez, digan lo que quieran el literal y el espíritu de esa Ley. Algunos titulares de cotos ya lo han hecho, pero todos deberíamos rebelarnos, dejar de cazar unos años y que paguen los políticos responsables de estas leyes y estos jueces tan ponderados el desaguisado económico que nos están provocando. Algunas sentencias parecen más propias de aquel juez, Roy Bean, descrito en la novela Al oeste del Pecos, de J. P. Homewood. Y a mí esto me parece un episodio más de la justicia que ya criticaban los clásicos, servía de mofa a Quevedo y de indignación a muchos ciudadanos bien nacidos. Publicado en FEDERCAZA Junio 2013
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