La caza en la Conferencia Río+20

Entre los días 20 y 22 de junio tuvo lugar, en Río de Janeiro, la cuarta Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (CSD), más conocida como Río+20, veinte años después de la primera cumbre histórica de Río de Janeiro y diez años después de la de Johannesburgo.


A esta conferencia mundial asistieron más de 20.000 participantes, entre los que se encontraban numerosos jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos el presidente del Gobierno Español, Mariano Rajoy. Los dos ejes principales de Rí0+20 fueron, por un lado, la economía verde y, por otro, el marco institucional para la sostenibilidad. El CIC (Consejo Internacional de la Caza y Conservación de la Fauna Silvestre) estuvo representado en la Conferencia a través de su presidente, Bernard Lozé, quien puso de manifiesto que la caza y la gestión de la fauna silvestre son parte de la economía verde, resultando perfectamente compatibles con el principio de que es preciso aprovechar el potencial económico que puede aportar la naturaleza sin sacrificar la ecología. Lozé hizo referencia a la situación de los países en vías de desarrollo, fundamentalmente en África, donde la población local sigue dependiendo de la caza para la obtención de alimentos, provocando la captura indiscriminada de especies con un importante valor ecológico y económico. La meta seria convertir ese aprovechamiento en sostenible, y para ello el turismo cinegético puede constituir un elemento esencial al aportar importantes ingresos a las poblaciones locales, que se beneficiarían por un lado de la carne de los animales abatidos por los cazadores y por otro de los ingresos que pudieran percibir vía licencias de abate y otros ingresos indirectos. EI presidente del CIC expuso varios ejemplos de cómo la caza se ha convertido en un elemento esencial en la conservación de la naturaleza y una importante fuente de ingresos y de reducción de la pobreza. En Namibia, por ejemplo, las poblaciones locales perciben importantes ingresos por permitir la caza comercial en su territorio. En Sudáfrica los llamados ranchos privados de caza ocupan una superficie tres veces mayor que la de los Parques Nacionales y generan un flujo económico de alrededor de 500 millones de dólares anuales. En ambos países existe en la actualidad mucha más caza que antes y se ha conseguido recuperar especies que estaban en serio peligro de extinción. En países como Tanzania o Mozambique la mayoría de los espacios protegidos se mantienen gracias a los ingresos que obtienen a través del turismo cinegético. Fuera del continente africano destacó el ejemplo del Markhor en Asia, que se ha salvado de su extinción gracias a que las poblaciones locales han decidido conservarlo al constituir su caza una importante fuente de ingresos. Incluso en países industrializados como Alemania, el valor económico de la carne de caza gira alrededor de los 200 millones de euros al año. Sin lugar a dudas el hecho de que los cazadores participen en un foro como la Conferencia Rio+20, constituye un importante avance en la defensa de la caza como elemento esencial en la conservación de la naturaleza.
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