La caza del lobo en Europa

La posible autorización de la caza del lobo al sur del Duero en nuestro país está generando una gran polémica. La Comisión de Medio Ambiente del Senado aprobó por unanimidad, y a propuesta del Partido Popular, que el lobo pase a ser una especie ‘susceptible de medidas de gestión’, tanto al norte como al sur del Duero.


A partir de aquí deberá ser la Comisión Europea la que autorice el cambio del estatus sur del río y que pasaría necesariamente por una modificación de la Directiva 92/43/CEE del Consejo, de 21 de mayo de 1992, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres. El conflicto surge por las reiteradas quejas de ganaderos de provincias como Segovia, Ávila o Salamanca, que han visto cómo su cabaña ganadera se ha visto muy afectada por el aumento de los ataques de lobos, pasando de unos 400 ataques en 2007 a unos 1.800 en 2011, causando unos daños que se calculan en 1,5 millones de euros. El problema que se puede plantear, si finalmente el lobo pasa a ser considerado como especie cinegética al sur del Duero, es que tengan que ser los cazadores los que asuman los daños. Los ganaderos dejarán de reclamar a la administración y dirigirán sus demandas a los titulares de los cotos de caza que se encontrarán con la desagradable sorpresa de tener que hacer frente a unas cuantiosas reclamaciones pudiendo hacer poco para evitarlo. La excusa del valor económico que pueda reportar el trofeo del lobo al titular del coto no es creíble, ya que no alcanzará en ningún caso a cubrir las posibles responsabilidades económicas que tendían que afrontar. El problema de la expansión del lobo en Europa y sus consecuencias ha sido tratado recientemente en una conferencia en el Parlamento Europeo sobre gestión de grandes carnívoros, promovida por el intergrupo Caza Sostenible. En ella se constató que el lobo está aumentando sus poblaciones de forma muy considerable en países como Suecia o Finlandia y colonizando zonas donde se había extinguido hace años en Alemania, Suiza y Francia, generando graves conflictos con los ganaderos e incluso con los cazadores, que han visto cómo las poblaciones de alces, corzos o ciervos están disminuyendo drásticamente. El objetivo fundamental de la conferencia fue buscar soluciones para compatibilizar este aumento con los intereses de los colectivos afectados. Para ello se reconoció que las poblaciones de lobos deben mantenerse controladas, articulando un sistema efectivo de indemnizaciones a cargo de la administración medioambiental competente. El cazador pasaba a ser, mediante un sistema de cupos, el encargado de controlar las poblaciones. Por supuesto nadie pretendió que fuera el cazador el que asumiera las consecuencias de los daños producidos por el lobo. Muy interesante fue el ejemplo que se expuso de Montana (Estados Unidos), donde la estricta protección del lobo ha provocado que su población haya aumentado hasta 1.500 ejemplares, decidiendo la administración competente reducirda, con la colaboración de los cazadores, hasta un máximo de 150. Un ejemplo más de cómo le estricta protección de una especie puede llegar a ser incompatible con la conservación de la propia especie.
Comparte este artículo

Publicidad