De las ferias de marzo

Marzo es el mes de las ferias de caza. En plural. Nos referimos, ciertamente, a las ferias de vocación internacional que se celebran en Madrid, porque de las otras, de las de ámbito local o regional hay muchas otras repartidas por toda la geografía y a lo largo del año.


Como muy bien saben los cazadores españoles, y muy en especial los que sean lectores de una revista de caza internacional, desde hace algunos años —para algunos demasiados ya— en Madrid coinciden en el tiempo Venatoria y Ficaar, dos ferias con tantos elementos en común que casi nadie entiende que no sean una, más grande y mejor. Porque salvando distancias y con cuantas matizaciones se quieran hacer, ambas aspiran a lo mismo, trátese de captar expositores como de aumentar el número de visitantes, sean de honor o de paso por taquilla. Y si hay diferencias, que las hay, son más fruto de las circunstancias que de la intencionalidad de quienes las promueven. Que haya razones que impidan la unión no desactiva un cierto hartazgo en el sector, dicho sea con el máximo respeto a los respectivos organizadores de una y otra feria. Pero el caso es que se nota al personal cansado y algo confuso. Y nos referimos tanto a los profesionales que quieren dar a conocer su oferta al mayor número de cazadores, a quienes se obliga a decantarse por una o repartirse entre las dos, como al aficionado que quiera conocer todo lo que se ofrece, e incluso a determinadas personalidades de casi obligada asistencia, a las que no les queda otro remedio que desdoblarse, so pena de incomodar, ofender o desairar a uno de los promotores en liza. Cansado, decimos, por tener que acudir a dos lugares diferentes y alejados entre sí (para quien no conozca el terreno, ambos en la periferia de Madrid, uno en dirección a Barcelona y el otro camino de Badajoz), con el consiguiente gasto de tiempo, energías y dinero. Y un algo confuso porque, aunque una de las ferias parezca más elitista y la otra más popular, tienden a asemejarse más en cada edición. En la última, si una presenta a Bulgaria como país invitado, la otra hace lo propio con Hungría, país que a su vez tiene stand en ambas; al presidente de la RFEC le solicitan que protagonice actividades en una y otra; en una y otra —eso sí, con un día de diferencia, porque, al menos de momento, se inauguran en distintas fechas— pudimos ver en sendas comitivas inaugurales a la ministra de Medio Ambiente de Sudáfrica y a la embajadora de ese país en España… Y no hay visos de que vaya a remediarse. De manera que, ya saben, a desdoblarse o a elegir, como ha hecho el Safari Club International, que se ha decantado por una —Ficaar, la más popular, por cuyos pasillos discurre un menor número de potenciales afiliados— y ha prohibido muy en serio que se pueda exhibir el logotipo del SCI en la otra —Venatoria, la más elitista y en la que siempre estuvo presente a través de uno de sus capítulos—. ¿Por qué prohibir figurar en Venatoria? ¿Es que no se ajusta a la filosofía del SCI? ¿No le interesa a tan extendido y prestigioso club internacional de safaristas tener presencia en las dos? Ya lo decíamos, más confusión. Como no cabe en cabeza humana que pueda tratarse de un mero asunto de filias o de fobias, y mucho menos de una cuestión de intereses personales, dadas las dimensiones del Club y la magnanimidad de sus objetivos, pudiera ser que su presencia —exclusiva, no lo olviden— en Ficaar forme parte de un acuerdo global entre el club y la publicación promotora de la feria, que se ha ofrecido recientemente al SCI como su portavoz en español (‘revista oficial en español’, han rotulado bajo la cabecera), a cambio de lo cual, por lo visto, recibirá la base de datos del SCI en Iberoamérica e Iberia, siendo la cesión de espacio sin cargo en Ficaar una contraprestación a ese detalle. De los acuerdos lícitos a que puedan llegar dos entidades privadas nada tenemos que decir, pues en su derecho están, pero extraña que una de ellas, el SCI, impida a alguno de sus capítulos su presencia en una prestigiosa feria de caza internacional. En cuanto a la designación de portavoces, HUNTERS, que desde su primer número se ha prestado a difundir la imagen, los principios y los fines del Safari Club Internacional entre sus lectores sin pedir nada a cambio, seguirá haciéndolo. Si no se lo prohíben, claro —¿podrían?—. Y sin contraprestación.
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