Morir matando

Parece que este Gobierno quiere morir matando, en este caso a los cazadores. Con la que está cayendo y sólo se les ocurre fastidiar aún más a un colectivo de más de un millón de personas ya perseguido hasta la saciedad desde Sanidad Animal, Medio Ambiente o, ahora con el Reglamento de Armas, desde Interior.


Este nuevo ataque al sector se veía venir desde hace tiempo. Ya habíamos anunciado que se preparaba un durísimo Reglamento de Armas y que la Secretaría General Técnica nunca se había querido reunir con el sector, un síntoma claro de antipatía. Sin embargo, la reunión que por fin se produjo entre representantes del Ministerio del Interior y del sector: Armeros, Oficina Nacional de la Caza y Federación Española de Caza, en la que se negó que existiese ese borrador de Reglamento, nos tranquilizó bastante. Pero poco nos duró la alegría. Pocos días después se publicó en el Boletín Oficial del Estado el borrador de Reglamento de Armas —ése que no existía— que no sólo no mejora ningún aspecto del anterior, sino que empeora otros muchos. Es un salto atrás a todos los niveles y sin duda el Reglamento de Armas más restrictivo de la democracia. Para colmo se saca pocos días antes de Navidades, imaginando quizá que poco margen de maniobra nos quedaría para las alegaciones. Las exigencias del sector siempre han sido las mismas desde que se aprobara el anterior Reglamento de Armas, y bastante razonables: eliminación de la revista de armas, eliminación del cupo de escopetas equiparándose con los rifles, así como menos restricciones en el comercio de armas deportivas. No sólo no se han escuchado estas eternas y justas reivindicaciones, sino que han creado nuevos problemas que sin duda ponen en riesgo la industria armera y muchos puestos de trabajo, y recortan aún más los derechos de los cazadores. Seguirá la revista de armas, y no sólo no podremos tener más de seis escopetas, sino que el cupo de rifles se eleva a 8 y los rifles del .22, que se podían tener con la licencia E, de escopeta, quedan supeditados a una licencia F, muy difícil de conseguir y mantener. Se eleva la edad mínima para usar armas y, en teoría, todos las armas semiautomáticas, rifles y escopetas, existentes en España, quedan prohibidas porque puede manipularse su capacidad de carga. En lo primero que uno piensa es qué van a hacer esas personas que invirtieron dinero e ilusiones y adquirieron más de ocho rifles de caza mayor, o con carabinas del .22, o con las armas semiautomáticas, las más populares. Pues tendrán que venderlos, o malvenderlos mejor dicho porque el mercado español, con estas limitaciones, va a quedar saturado. Pero al margen del perjucio económico, qué impide que una persona pueda tener los rifles o las escopetas que quiera y pueda. ¿No están siempre nuestros políticos con la palabra libertad en la boca? La directiva Europea de Armas es mucho más permisiva, pero para este asunto los españoles no somos europeos. Yo creo que hay prejucios ancestrales hacia las armas, aunque sean de caza, por parte de nuestras autoridades. Los españoles estuvimos durante los siglos XIX y parte del XX matándonos entre nosotros y eso ha quedado grabado a fuego sobre todo en la Guardia Civil, un cuerpo obsesionado con la seguridad hasta límites enfermizos. No nos engañemos, el Ministerio y el Gobierno tienen la última palabra en este nuevo borrador de Reglamento de Armas, pero quien lo ha redactado es la CIPAE, la Comisión Interministerial Permanente de Armas y explosivos, llevada y organizada por la Guardia Civil. Y para la Guardia Civil y muchos políticos de este país controlar es restringir. ¿Miedo a las armas legales, a los cazadores? Ahí están las estadísticas que demuestran que los cazadores somos más buenos que el pan, que los delitos cometidos con escopetas y rifles legales son mínimos. ¿A qué se debe, entonces, esta persecución? Pues a que somos un colectivo maldito, unas personas que, aparte de matar animales, vamos armados. No caemos bien a la sociedad y los políticos se aprovechan de ello, y además este gobierno nos la tiene guardada desde que le hicimos aquella gran manifestación días antes de las elecciones. No se les ha olvidado y deben pensar que somos todos de derechas. Espero que cuando lean estas líneas el sector haya sabido unirse de nuevo y dado una respuesta contundente. Los ánimos están ya muy caldeados contra este Gobierno que no ha parado de perseguirnos y que quiere matarnos un poco más antes de morir.
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