Castilla y León y su Consejo Regional de Caza

Durante el mes de junio se reunió el Consejo Regional de la Caza de Castilla y León. Se presentó una propuesta por parte de la ACE —Asociación del Corzo Español— en aras de una mejor gestión del corzo. Sin embargo, no prosperó.


La proposición consistía en adecuar las fechas de caza de hembras de la especie a una época más racional y ajustada a la biología de las mismas, como son los meses de diciembre, enero y febrero. Los argumentos de adecuación de las vedas a la biología de la especie y la sostenibilidad de la caza no han sido considerados, y sin ningún argumento de solvencia se desestimó. En segundo lugar, y de modo sorpresivo, se aceptó otra iniciativa para reducir el calendario de caza de los machos en aras de la sostenibilidad y de la compatibilidad con otras actividades de tiempo libre, eliminando los cinco días vigentes en el mes de agosto. Esta iniciativa corrió a cargo de la representación de los grupos ecologistas, que como siempre se manejan como peces en el agua con la Administración. Podría parecer nimio el perder cinco días de caza del corzo cuando su período es tan amplio. Sin embargo, no creo que la entidad de la limitación sea lo determinante, sino la naturaleza arbitraria y el origen de la misma. Cada vez que se habla de medio ambiente y hay que sacudir leña, el primero, y generalmente el único que se la lleva, es el cazador. Es como el tonto de pueblo aquel en que cada vez que uno andaba contrariado o cabreado, se iba en busca del pobre y le sacudía una paliza que no venía a cuento pero se desahogaba. Por ello pienso que lo importante no son los cinco días, sino el motivo, quien lo impone y quien acepta la imposición trasladándola a la normativa. Para empezar los ecologistas tienen representación en infinidad de órganos o foros que más quisiéramos para nosotros los cazadores. A los cazadores se nos admite en los Consejos Regionales de Caza porque no hay más remedio, pero si se pudiera ya veríamos. Para continuar, el concepto de medio natural y su gestión se entiende mal a mi forma de ver, porque se rige desde compartimentos estancos que deberían estar relacionados. Pero no se preocupen que los ecologistas tienen silla en todas las mesas de debate; agricultura, ganadería, pesca, espacios naturales protegidos, aguas, protección, fauna y flora, contaminación, etc. ¿En cuantos estamos nosotros? ¿Es que la caza no está relacionada con estos temas? Lo más hiriente es que en este caso los ecologistas se toman a sí mismos como representantes del resto de los usuarios del medio natural, y hablando por todos ellos exigen unas medidas. Pero lo que causa pavor es que la administración correspondiente les reconoce esa posición y actúa en consecuencia. Vaya usted a hablar en favor de los derechos de los agricultores —y eso que lo hace a favor— y verá que le dicen. Para terminar, también causa pavor el que estos indocumentados presenten unas exigencias y no tengan ni tan siquiera que defenderlas y demostrarlas con argumentos válidos, ya que ellos están investidos de infalibilidad semejante a la papal, por lo que la administración correspondiente no les exige lo mínimo que debiera. Pero tampoco ellos dan opción a negociar o a llegar a una solución válida para todos, su posición es totalmente dictatorial y les importa un comino lo demás. Pero eso sí, pagar por usar el medio natural ni un euro, que paguen los cazadores, que somos los que más restricciones tenemos y los que más pagamos para que ese medio se conserve. Y mientras, se argumenta para obtener una época de caza para las hembras razonada, y nada de nada, a seguir como estamos. Y esto sí que no es nimio.
Comparte este artículo

Publicidad