Por un puñado de dólares

Siempre he dicho y mantengo que la caza para mí es como un huerto donde, a partir de unos cuidados, se recogen los frutos. La caza, con una extracción prudente y equitativa dentro de un orden, permanece. Pero la caza no tiene que ser un huerto donde todos tienen la llave, donde todos recogen pero nadie lo cuida. Ya saben, nadie cuida lo que no es de nadie.


¿A quién no le han estafado alguna vez al comprar un puesto, una acción, una tirada, un gancho, o el tipo de cacería que se les ocurra? A mí me ocurrió en el Delta de l’Ebre hace varios años al comprar una tirada de patos de noche en luna llena. Mi hermano Albert y yo nos dirigimos a una finca con toda la ilusión del mundo, y por supuesto con toda la inocencia también. El resultado: a la una de la madrugada nos entraron dos patos al puesto que fueron abatidos. Ya en el refugio, observando los dos ánades (coll verd –azulón), se apreciaba la huella en las patas de haber estado prisioneros por una arnés. El chascarrillo que se formó en la caseta era sarcástico. Que vergüenza, ¡eran dos cimbeles! que habían utilizado anteriormente como reclamo. Más tarde averiguamos que eran patos de una granja traídos de Francia, como refuerzo. También les cuento lo de un grupo de cazadores de Tarragona que fueron a un coto de Ciudad Real, pagando caza de perdiz en mano (autóctona 100x100), resultando que al final de la jornada, retirándose para emprender el viaje de retorno, observaron unas cajas debajo de unos chaparros. Fueron a observar los cartones y… ¡sorpresa!, eran perdices provenientes de una conocida granja, del mismo Tarragona. ¿Qué les parece?, mil kilómetros para cazar perdices criadas a unos minutos de tu casa. ¡Bien! Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio. Títulos de dos clásicos del cine Western… ¿Cuántos spaghetti-western se dan cada temporada en nuestro país con la caza? Días atrás estaba viendo un documental sobre gestión de caza en el canal digital de Caza y Pesca, que dirige Juan Delibes, y quedé asombrado de la coincidencia y similitud en la forma de pensar y de actuar de Don Francisco Basarán y el que escribe. Nos separan la diferencia de edad y varios cientos de kilómetros, pero coincidimos en todo. Sobre todo cuando apuntó el tema económico refiriéndose al coste de la perdiz silvestre. Un NO rotundo al uso del veneno. Envenenar el monte es la forma más vil para eliminar depredadores que utilizan algunos gestores, en realidad son auténticos corsarios de la caza. Engañando, estafando, vendiendo animales como autóctonos, esquilmando el territorio y saliendo con el rabo entre piernas en más de un pueblo y en la oscuridad de la noche. Aún hay cazadores que por vergüenza no lo denuncian. Pero la naturaleza da lo que da y punto. Luego hay que saber organizar y distribuir las capturas en un calendario con cupos, y así lo han de entender los cazadores, si no, se les invita a ir a un vedado intensivo, y una vez bien comidos y ciegos de whisky, que se revienten el hombro y la cara de pegar tiros, si quieren. Sería bueno que fueran añadiendo anécdotas y casos de engaño que se conozcan para conocimiento general y que sirva de alerta ante posibles timos y tomadura de pelo.
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