¿Son compatibles las esperas con las monterías cochineras?

En esto como en muchas otras cosas todo está inventado desde antiguo, y no tenemos más que ver lo que se ha hecho en la gestión del venado desde hace tiempo. Lo que ocurre es que el venado normalmente se gestiona en fincas cerradas y el cochino en abiertas. Esta condición concede al guarro un grado de imprevisión que muchos desaprensivos utilizan para justificar su comportamiento poco ético.


A mi modo de entender existen dos puntos de vista, el del gestor y el del cliente que acude a cazar a la montería. La caza mayor se puede gestionar para obtener sola y exclusivamente trofeos, en cuyo caso se opta por unos sistemas de caza individualizada sobre animales específicos previamente seleccionados, y adicionalmente se recurre a una caza de gestión, con bastante menos valor comercial, para hacer posible que el manejo de esta finca produzca esos ejemplares selectos de una calidad mínima. En esta caza de gestión se incluye la caza selectiva para eliminar individuos enfermos, mal conformados, viejos, etc. y también se recurre a ejecutar monterías, que es una forma de caza poco selectiva o individualizada, donde se pretende eliminar hembras, para equilibrar la relación de sexos, o bien ejemplares de una determinada clase de edad para obtener una determinada pirámide poblacional. De cara al cliente todo está claro cuando contrata su cacería ya que sabe perfectamente si va a cazar un trofeo, o simplemente va a tirar ciervas o jóvenes en una montería de descaste como herramienta de gestión, o bien en unos recechos de selectivos. Existe otra forma de gestión donde lo que se pretende es ofrecer cantidad en las capturas mediante una caza muy aleatoria como es la montería. Es decir, la caza sobre ejemplares indiscriminados es una finalidad en sí misma. También la calidad media cuenta, pero sobre todo el número de capturas. El problema viene con los guarros, porque normalmente el cliente de la montería no sabe lo que realmente está contratando. Es evidente que la caza de guarros se ejecuta principalmente en fincas o cotos abiertos, y esto da una falsa justificación a los gestores desaprensivos que dicen no poder controlar los ejemplares destacados, por lo que proceden a aprovecharlos con antelación, sin un mínimo de ética en la gestión. La realidad es que hoy día se pueden asistir a muchas monterías en algunas regiones de España, en las que cuando se acude a la montería, ya se ha hecho la cosecha anual de macarenos y venados en aguardos y aprovechando la época del corzo con los jabalíes, y en berrea los venados, y lo único que se encuentra en la junta de carnes son cochinas, bermejos, ciervas y algún vareto, es decir, el propietario del coto ya ha obtenido lo que quiere y ahora convoca a un grupo de infelices que le pagan el coto, y eso no es razonable, porque además se paga carísimo para lo que es. De la misma manera que en los venados hay que optar por un sistema de caza y por lo tanto de gestión único, con los guarros hay que hacer lo mismo. Si nuestro sistema de gestión es enfocado hacia una caza de trofeo, se ha de hacer así con aguardos o recechos, pero si se hace una caza de montería no debemos obtener por otros medios lo que debería entrar dentro de las posibilidades razonables de quien acude a la montería. Lo demás son engaños. Y no vale que nos digan que ese guarro se puede ir a otro lado, porque eso no ha de ser forzosamente así, y además se podrían desarrollar planes de gestión conjuntos en una determinada comarca para evitar esa situación, así como evitar que algunos cotos actúen de sumideros de estos trofeos. No soy amigo de prohibir las cosas, ni de que la administración se inmiscuya en la gestión privada, pero el mercado ha de poner a estos gestores fraudulentos en su sitio. Si en una finca se hacen esperas no se deberían dar batidas, pero eso lo hemos de evitar nosotros rehuyendo la contratación de los puestos de esas monterías. Si esto lo hiciéramos todos, algo cambiaría.
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