De aquellos polvos, vienen estos lodos

Hace unos años alguien se puso manos a la obra en realizar un estudio sobre la importancia social y económica de la actividad cinegética en el panorama productivo español. No me cabe la menor duda que quien impulsó esta medida lo hizo con la mejor de las intenciones, con objeto de poder obtener una defensa adicional en el actual marco de rechazo social que sufre nuestra afición.


El poder demostrar los dineros que genera, los puestos de trabajo directos e indirectos, la incidencia en sectores muy dispares, su acción sobre las poblaciones rurales normalmente deprimidas y el potencial efecto fijador de estas poblaciones en sus áreas de origen, son motivos loables para proyectar una imagen que los más normales urbanitas, fracción social imperante en nuestra actual demografía, no tienen ni por asomo. Lo que ocurre es que no siempre algo bien intencionado tiene unos efectos buenos a su vez, ni tampoco está claro que por bien intencionado que sea estemos ante un hecho interesante o correcto. El pretender que la caza es una actividad económica más, y encima tratemos de magnificar esta importancia puede salirnos muy caro, o utilizando otra expresión «nos puede salir el tiro por la culata». Para empezar el tratar de justificar una acción o actividad por su importancia económica es un gran error. Existen múltiples actividades o industrias que tienen una gran magnitud pero no por ello son justificadas, hasta el punto en que incluso pueden ser perseguidas por la ley. Hablo como ejemplo de la producción y comercialización de drogas, pero hay muchos más ejemplos en los que aunque no sean contrarios a la ley sí plantean serias objeciones éticas. En segundo lugar el tratar el asunto de la caza bajo esta perspectiva hace que nos metamos de lleno entre las actividades mercantiles, industriales o empresariales —como cada uno quiera— alejándonos mucho de la realidad básica de la caza; el hecho de que la caza simplemente es una actividad de ocio. Fíjense que incluso huyo de considerarla un deporte, porque a la vista de lo que en la actualidad significa esto, estaríamos otra vez dentro de la consideración de una industria, actividad mercantil o empresarial. ¿Y todo esto a qué viene? Pues muy sencillo. En el mundo de las rehalas se están viviendo en la actualidad muchas tensiones y conflictos, que yo creo que provienen de la situación expuesta anteriormente, cuando a alguien se le ocurrió como mejor defensa de nuestra actividad levantar acta del dinero que se movía. Además, de ser mala defensa ante nuestros detractores, es mala imagen la que damos ante los que se pasan el día viendo como hincarle el diente al contribuyente. Los perros de rehala ahora son considerados animales de producción, cuando toda la vida han sido animales de compañía dedicados a un fin específico, como lo son todos estos animales. Y esto viene causado porque a alguien se le ocurrió ponerse a mirar y posteriormente airear cuando dinero movemos entre todos. Esto es un primer paso. Después vendrá la licencia fiscal, la asignación de módulos, la declaración de hacienda, la factura con IVA, los puestos pagados con factura, etc. Mal favor nos han hecho. En el mundo de la montería le ha tocado ahora la china a una de las partes más sacrificadas, las rehalas, pero al final nos va a tocar a todos, desde el primero hasta el último. De aquellos polvos, vienen estos lodos.
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