Soy un cazador de a pie (y a mucha honra)

Sí. Yo, soy cazador desde que nací. Y no por ello soy mejor ni peor que los demás. Qué va. Yo, no quiero compararme, ni que me comparen. Yo, lo que quiero, es que me dejen en paz. Sobre todo ahora, que terminamos de asistir a un año cargado de zozobras para meternos en otro lleno de incertidumbres. Lo que sea, sonará. A mí me da igual. Pues jamás tuve a la Diosa Fortuna asida por las patas.


Poco medra quien no trepa. Pero así estoy bien. Ya lo decía Quevedo: Más descansa quien mira que quien trepa; regüeldo yo cuando el dichoso hipa, él asido a Fortuna, yo a la cepa… ¡¡¡Qué gran verdad!!! ENTRE HIDEPUTAS ANDA EL JUEGO Una cierta impaciencia generosa espoleada por la necesidad, me hizo ser hombre antes de tener la debida edad, por eso, aun con las mismas calendas, soy mayor que los demás. Tengo sesenta años (sesenta y diez, dicen que aparento). No ocultaré jamás que, puestos a trabajar, he trabajado mucho más de lo normal. Y lo he hecho sin otra mira que la del deber cumplido y la de dar servicio a los demás. Pero así no se escala en el ámbito social. Ni te hacen venias en el banco. Qué va. Esas fanfarrias yo no las valoro bajo los mismos parámetros que los demás. Pero un aviso para navegantes voy a dar: estos míos, son lujos que los pobres de bienes materiales, no nos los podemos permitir, pues los que roban, triunfan y mandan, te lo hacen pagar caro a la corta o a la larga. ¡¡¡Son unos hideputas!!! Ser cazador es un posicionamiento ante la vida. Ser cazador no es comprar un arma y: pin, pan, pun. No. Ser buen cazador no es ganar campeonatos o matar más que los demás. Eso tratan de vender ciertos malandrines que se la cogen con papel de fumar para vender escopetas en este nuestro Ruedo Ibérico, mientras exportan miles de millones en armas de guerra. Estas últimas no son como los cañones de Gila. Qué va. Son para matar a nuestros hermanos ¿O no? Estamos hablando de una aldea global (para lo que conviene). Lo del Borrador del Reglamento de Armas es una cortina de humo cara a la opinión internacional. TENGO EL CORAZÓN ENTERRADO EN EL PUEBLO DONDE NACÍ Tengo un pedigrí político familiar, que para sí quisieran ciertos progres trasnochados, pero jamás milité en partido alguno. Poco le pido a la vida. Bueno. Poco para otros, pero mucho para mí. Le pido a Dios que no me prive de la inmensa alegría de ver mecerse una amapola roja al amparo de los inmensos trigales verdes de mi querida Castilla. Y puestos a pedir, le pido aun más. Quiero no perder jamás la sensibilidad para extasiarme ante un cerezo en flor o para liberar mi espíritu bajo los centenarios almendros cuando se regocijan por ser los primeros en regalarnos su flor. En el azul de la flor de los lirios están concentrados todos mis amores… TODOS. ¿Y en los lilares?: Ay, los lilares. Cómo me alegran el alma con su oloroso cono morado.
Mi pasión por las rosas me viene desde el Pleistoceno Medio, allá cuando yo era niño. Pues la maestra de mi pueblo me mandaba a cosechar flores para los altares de la hoy, casi derruida, iglesia de Fuente Andrino (Palencia). Entonces, en casi todas las casetas de las viñas de mi pueblo había rosales para deleite del dueño y no para catalizar a los agentes de las enfermedades de la vid. Veo esos rosales en los monocultivos de vid y le doy gracias a Dios por dejarme hacer el cupo de libaciones hace varios lustros. Sepan que por esos inmensos monocultivos de viñedos corre el veneno a raudales, motivo éste por el que no hay lugar para la vida animal en ninguna de sus formas, excepción sea hecha de la del bipedestante, siempre y cuando se ponga su máscara y su visera anunciando algún fertilizante. CON POCO ME CONFORMO Mis gustos son muy primarios. Ahora ya, en la cuesta abajo de mi devenir vital, disfruto tanto como cuando era niño cogiendo un puñado de nieve para, apretándolo, sentir el frío dolor al derretirse en mis manos. Me gusta mirar al Cielo y ver caer esos inmaculados copos de nieve sobre mi rostro. Disfruto contemplando cada puesta y salida del Sol. Son como las llamas de una hoguera. Jamás se repiten. ¡¡¡Claro que me gusta hacer hogueras en el campo y sestear al amor de la lumbre!!! Dicen que voy a pescar. Pues claro que voy. Y pesco. Y no me arrepentiré de ello jamás. Me gusta amanecer al arrullo de las corrientes o contemplar mimetizado el laboreo del martín pescador afanándose para dar de comer a su glotona prole. Me gusta contemplar el helecho crecido bien alimentado por la corriente a la orilla del rio. A veces me abstraigo observando como caza esa maravilla de la Creación que es la libélula. Es una máquina de matar y de devorar insectos sin posarse en tierra jamás tanto en cuanto labora. La NATURALEZA es así. No la hice yo. Qué va. Qué la hizo Dios Nuestro Señor. Después de mucho pensar, he llegado a la conclusión de que, tanto lo vegetal como lo mineral y lo animal, forman parte de un todo consustancial que se va transformando tanto en cuanto dura este geoide, que ya no es el Paraíso Terrenal. Los humanos somos las pulgas de un perro que nos dividimos su piel, sin pensar en que puede dar al traste con nuestra labor mediante un simple revolcón. Quizás el Génesis esté sucediendo constantemente. Quizás. No lo sé. Pero de lo que sí estoy seguro es de que todo lo conocido tiene una fecha de caducidad. Todo ser animado e inanimado de la naturaleza: nace, vive, muere y se transforma para volver a formar parte de un proceso que se repite in aeternum. JAMÁS DEJÉ DE SER CAZADOR Yo he abatido jabalíes y muchas fieras más, pero no creo que sea este un artículo donde enumerar mis devenires venatorios. Esto viene a cuento de que no por ello he dejado de extasiarme ante una abeja en su afanoso libar, por eso estoy tan preocupado por esa Avispa Asiática que está aquí ya y que nadie hace nada para poner punto final a tan alóctono animal. El ácaro de la Varroasis al lado de las Vespa velutina es un angelito del Cielo. A veces, he temido que la fuerza del viento pueda terminar con el vuelo de esa preciosa mariposa que momentos antes adornaba las flores del campo y que aun, perdida de vista, aletea en mi subconsciente como si fuera un premio que Dios me da. Que me lo da. Jamás lo he dudado.
Las férreas dictaduras de los hormigueros siempre me han dado que pensar y las de las abejas, más. Pues si uno las estudia en profundidad, enseguida se percatará de que debajo de esa belleza estética, hay un mundo perfectamente jerarquizado e inmisericorde para con los diferentes ciclos de los roles establecidos, donde lo que importa es la vida del hormiguero y no la de la hormiga. No. No justifico ninguna dictadura. Es más, no creo en las dictaduras (la mayoría de ellas son títeres de los paises occidentales) y mucho menos en las democracias manejadas por los mercados financieros. El Comunismo ha fracasado tan estrepitosamente como lo está haciendo el Capitalismo ahora. No queda nada. O transformamos nuestro modelo social, o lo pasaremos mal, muy mal. Las organizaciones de los humanos son imperfectas y en vez de premiar a quienes más aportan, cuando se agotan por aportar, los defenestran como no se ha visto cosa igual, pues a diferencia de las hormigas o de las colmenas, las pautas de los humanos son tan aleatorias y desequilibradas que no responden a nada. Hay humanos a los que les hacen competir en feroz carrera, y cuando llegan a la meta, en vez de premiar al primero, le dan un estacazo en los morros. Ya lo de decía don Francisco de Quevedo y Villegas: Este mundo es juego de bazas, que sólo el que roba triunfa y manda. ¡¡Qué verdad es!! A mí no me interesa el Mundo ni su maldad o bondad, pues de ambas cosas, la mitad de la mitad. Yo, quiero embriagar mis sentidos con el olor matutino del alelí en primavera. O degustar los frutos de una higuera no sometida a explotación intensiva. Me gusta dejarme llevar por la armonía del campo conociendo a fondo todas y cada una de las propiedades de sus hierbas, árboles y arbustos. Me seduce la entomología. Mal cazador y pescador será quien no conozca en profundidad la Naturaleza en toda su diversidad. Jamás se podrá cazar y pescar si no se observa hasta la última brizna de hierba en su devenir vital. Desde niño comulgué con la inmensa soledad de los campos Castellanos, donde con el solo estar, me doy por bien pagado. Por ello es de entender que Fray Luis de león tradujera a Quinto Horacio Flaco en el Beatus Ille. El ser humano… qué maldición. Es el único animal de la naturaleza que cuando no puede hacer daño a los demás, se lo hace a si mismo. No. Con nosotros no se esmeró el Creador. Por eso me río yo cuando algún Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, va diciendo por ahí que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. ¿Acaso saben ellos quién es tan importante Señor? Somos un accidente de la Naturaleza que Dios creó, no más. NOS ETIQUETAN POLÍTICAMENTE Hay un importante sector de la Izquierda (que de IZQUIERDAS no tiene nada) que trata de etiquetar al colectivo de cazadores como de DERECHAS. ¡¡Serán malandrines!!! En la CAZA tienen cabida absolutamente todas las ideologías, razas y religiones. Únicamente yo, y muchos como yo, nos cuidamos muy mucho de no relacionarnos ni dejar que nos avale ningún político del Corral de Monipodio. ¡¡Y pensar que a algunos POLÍTICOS hasta se les otorgó el Carlos III!! Evidentemente, estamos más desubicados que Carlitos Monzón en su último combate. Nos etiqueta una prensa generalista a la que no le importa hacer de chulos de mujeres explotadas por mafias criminales. Da verdadera vergüenza ver las imágenes, cuanto si más leer los contenidos, de la sección de ANUNCIOS de esos periódicos tanto de derechas como de izquierdas (ambos son iguales). Publicaciones que cuando tocan la caza lo hacen de manera tangencial y dicen que no quieren ver sangre de los animales, pero no les importa que aparezcan fotografías de gente despanzurrada por las armas que les vendemos a sus asesinos. Así. Mientras se matan entre ellos, nosotros o nuestros amos, les roban sus riquezas nacionales. SON USTEDES UNOS FARISEOS.
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