El cazador arquero y su perro de sangre

Es curiosa la opinión que tienen algunas personas acerca de la caza con arco. A lo largo de mi experiencia como cazador arquero he encontrado a varias personas que, sorprendentemente, piensan que los que cazamos con arco somos cazadores furtivos, que cazamos con arco porque no hace ruido, y eso nos permite cazar ilegalmente en coto ajeno.


Actualizado

Desde mi humilde opinión, no pueden estar más alejados de la realidad. La caza con arco, per se, se encuentra en el otro extremo del mundo de la caza. Se encuentra en el extremo de la persistencia, del esfuerzo, de volver a casa con las manos vacías en la mayoría de nuestras salidas cinegéticas.

La caza con arco es más cercana y, por ello, es una caza más exigente física y psicológicamente

La caza con arco es más cercana, debes colocarte a escasos metros del animal a abatir, por ello, es una caza más exigente física y psicológicamente, una caza más complicada desde el punto de vista del éxito de la misma. A 20 metros de un animal, si es que consigues meterte a esa distancia, tienes muchas papeletas para que te descubra, arruinando la oportunidad de hacer volar la flecha hacia su objetivo.

Si hemos tenido la suerte de hacer todas las cosas bien e, incluso, hemos sido capaces de colocar la flecha en su sitio, da comienzo la segunda parte de la caza con arco, el rastreo de la pieza.

El cazador arquero y su perro de sangre

Arco y perro de sangre, inseparables

En los tiempos en los que vivimos actualmente, en los que nuestros preciosos minutos valen más que un animal herido, es muy común encontrarnos con situaciones en las que, si no localizamos la sangre del animal o algún indicio de que está herido, con toda probabilidad abandonaremos el lugar sin dedicarle si quiera cinco minutos a intentar cobrar la pieza. Es lógico, tenemos obligaciones, debemos regresar a casa a una hora prudente porque al día siguiente hay que ir a trabajar, nos espera la comida de la montería, etc.

Estas situaciones, para todo cazador arquero que se precie, no suele ser lo habitual. Como decía antes, después del lance comienza el rastreo. En mis comienzos con el arco, recuerdo que contábamos con el perro de mi gran amigo Jesús. Un teckel cruzado con terrier que parecía que tenía un imán para encontrar los jabalíes. Por desgracia, la leishmaniosis acabó con él. Su sustituto fue Ron, otro cruce de teckel de Mario, mi gran amigo y compañero de fatigas.

De lo que me di cuenta nada más empezar a cazar con arco es que arco de caza y perro de sangre son un binomio inseparable. Es cierto que muchas veces es relativamente fácil pistear un animal atravesado por una flecha. Simplemente con un poco de conocimiento y atención se cobran muchas piezas. Pero amigo, hay otras muchas veces en las que el tiro no ha ido exactamente al sitio que debería, bien por un fallo nuestro, bien porque el animal se movió un poco al hacer la suelta o, en general, por una infinidad de causas posibles que es donde se hace necesaria la intervención de nuestro fiel compañero.

El cazador arquero y su perro de sangre

Greta, compañera inseparable

Desde que vi la necesidad de contar con un perro de sangre, la idea fue tomando forma en mi cabeza. Esa idea se llama Greta. Una preciosa hembra de Sabueso de Baviera que, desde el primer momento que entró por la puerta de casa, se convirtió en mi inseparable compañera de caza.

Gracias a ella hemos completado el binomio arquero - perro de sangre. Comencé con ella tan pronto como pude su adiestramiento y, dicho sea de paso, el mío, porque hasta ese momento nunca había tenido un perro de sangre.

Esa actitud y esa forma de entender la caza fue lo que me cautivó de AEPES

Navegando por internet, buscando información de cómo enseñar a Greta fue cuando descubrí la Asociación Española del Perro de Sangre. Asociación hacia la cual solo me caben buenas palabras. Y qué decir de sus asociados, realmente son ellos los que dan vida a la asociación. Personas con una filosofía muy cercana a la mía en lo que a de dejar animales heridos en el campo se refiere. Personas que no dudan en hacerse cientos de kilómetros para cobrar el animal que un cazador ha tirado el día anterior. Esa actitud y esa forma de entender la caza fue lo que me cautivó de AEPES y por ello me convertí en un orgulloso miembro de la Asociación.

Entre la documentación escrita en español con la que cuenta AEPES y los consejos del resto de miembros consiguieron hacer de Greta y yo un equipo de rastreo que, en mayor o en menor medida, damos con las piezas abatidas. Una de las cosas que más me gusta de AEPES es que cualquier socio, por poco que sepa, siempre enseña a los demás lo que sabe. Con lo que se convierte en un océano de conocimiento en cuanto al mundo del rastreo se refiere.

El cazador arquero y su perro de sangre

Primeros rastros reales

Después del entrenamiento con Greta llegó el primer día en el que nos toca trabajar en rastro real. Había estado de espera la noche anterior en la que tuve la suerte de poder tirar a un jabalí solitario que entró cauteloso al agua. Cuando al día siguiente puse a Greta en el rastro, estaba de los nervios. Era la hora de la verdad, la hora de saber si el trabajo realizado hasta ese momento daba sus frutos, y vaya si los dio.

Greta se detuvo a unos dos metros del jabalí gruñendo, sin atreverse a acercarse al animal abatido

Después de un rastro de, aproximadamente, unos 110 metros con sangre salpicada cada 10-15 metros, llegamos al jabalí. Greta se detuvo a unos dos metros del jabalí gruñendo, sin atreverse a acercarse al animal abatido. No sabría describir cómo me sentía, los sentimientos que me embargaron en ese momento. Creo que no me equivoco si digo que solo los que hemos vivido esa situación sabemos lo que se siente. Felicidad máxima, orgullo, no sé… algo indescriptible. Greta, mi preciosa Greta, había encontrado su primer animal.

Desde entonces, han sido muchas las alegrías que hemos pasado rastreando juntos. Cada vez que salgo de caza y tengo la oportunidad de tirar a algún animal, comienza la segunda parte. La fase de rastrear al animal herido. La fase en la que, perro y arquero, disfrutamos del vínculo que se ha creado entre nosotros.

Por todas estas vivencias que he tenido, creo que cuando alguien dice que un cazador arquero es un furtivo por el hecho de cazar con arco, en lo único que pienso es en el trabajo de difusión que queda por delante de este apasionante modo de entender la caza.

Comparte este artículo

Publicidad