El deporte de la caza

En múltiples medios se pregunta habitualmente a los cazadores sobre el deporte de la caza y, últimamente, sin preguntarlo, también responden algunos animalistas. Entre los cazadores hay opiniones de todo tipo y todas, generalmente, argumentadas. En el otro campo nos insultan directamente y no hace falta argumentar.


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En algunos ámbitos, generalmente en los menos proclives a la actividad cinegética, se niega que la caza sea un deporte. Creo que para sustentar esa afirmación inicial y para juzgarla como deporte, o no, hay que conocer, o desconocer, lo que es deporte, lo que es caza, o lo que son ambas cosas. La peor situación se produce cuando no hay buena intención. El espíritu deportivo que se mantiene en nuestros días y busca la mens sana in corpore sano (máxima acuñada de Juvenalia, los juegos instituidos por Nerón), algunos no quieren considerarlo para los cazadores. Siempre he dicho que ‘malos tiempos corren para el cazador, cuando tenemos que demostrar lo evidente’.


Ojeo de perdiz (AA).

La polémica finaliza desde el momento en que la caza está considerada como deporte en el ordenamiento jurídico y deportivo español. La Real Federación Española de Caza está incluida como entidad deportiva en el Consejo Superior de Deportes de acuerdo con la ley. En todas las Comunidades Autónomas, las Federaciones Autonómicas de Caza y sus sociedades adscritas forman parte del entramado de entidades deportivas de las Consejerías de Deportes de acuerdo con las leyes autonómicas. Yo creo que, dicho esto, no habría que decir más.

Independientemente de esa consideración oficial, que finalizaría la discusión sobre si la caza es o no un deporte, me gustaría dar unas pinceladas para ver si soy capaz de incardinar a la caza en el deporte o viceversa, a raíz de las definiciones más universalmente aceptadas. Yo estoy convencido que la actividad cinegética no sólo es un deporte milenario sino que, además, en cada época ha sido otras muchas cosas que la engrandecen y la hacen muy recomendable, tanto para los que la consideramos deporte, como para los que no. Hay quienes confunden competición (campeonatos) con deporte. Cada cosa en su sitio.


Caza menor con perro. Participante y Juez en el Campeonato de España 2012 (LEO).

Es obvio que entre las casi cuarenta modalidades de caza, y alrededor de setenta y cinco métodos, que utilizamos actualmente los cazadores para ejercitar la actividad cinegética, cada modalidad y método requieren diferente esfuerzo o intensidad deportiva (1).

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define al deporte como «recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre y desinteresadamente». También matiza el DRAE lo que es juego o competición, que es la única acepción que, por cierto, considera la UNESCO. El barón Pierre de Coubertain lo considera como «el culto voluntario del ejercicio muscular que puede llegar hasta el riesgo». El nóbel Ernest Hemingway aseguraba que sólo son deportes los que ponen la vida en riesgo; todo lo demás es un juego. Otro nóbel, el etólogo Conrad Lorenz, considera al deporte una lucha ritualizada que cumple la importante tarea de enseñar al ser humano a dominar consciente las reacciones instintivas en el combate. Esta última definición ha sido una opinión muy generalizada entre la nobleza a lo largo de la historia.

Resumiendo, siempre se ha definido al deporte como: «El esfuerzo voluntario y agradable, sin recompensa asegurada, que se practica habitualmente al aire libre. El deporte de competición se realiza siempre adaptado a una normativa».

Las competiciones sobre especies cinegéticas (campeonatos) se regulan por las entidades deportivas con los reglamentos editados por la RFEC. En el caso que nos ocupa, las competiciones sobre modalidades de caza están todas reglamentadas. Las modalidades deportivas y de competición de la RFEC y Federaciones Autonómicas con especies de caza se realizan casi todas con perro, algunas exclusivamente, y la mayoría de ellas con armas de fuego o con arco. También hay algunas competiciones con aves de cetrería y con reclamo de perdiz macho.


Caza de perdiz con reclamo (MAR).

Con respecto a la caza diremos que es una actividad que a lo largo de la historia ha tenido diferentes definiciones y fines para el humano cazador. El DRAE dice que cazar, del latín captiare, es coger o buscar o seguir a las aves, fieras y otras muchas clases de animales para cobrarlos o matarlos. Las leyes de caza de 1902 y 1970, y las autonómicas actuales, definen sólo la caza lícita como: la que ejercita el hombre mediante artes, armas y medios para buscar, atraer, perseguir o acosar a los animales legalmente definidos, con el fin de darles muerte, apropiarse de ellos, o facilitar su captura por terceros.

Hay variadas definiciones de caza por parte de los clásicos, algunas muy significativas como las de Platón («Cazase a los animales del campo, las aves del cielo y a los peces del agua y cazanse los hombres unos a otros, bien a través de la guerra o de la amistad»), Adriano («La caza es una actividad extrañamente leal, comparada con las emboscadas de algunos hombres») y Cervantes («Antes os engañáis Sancho… hay en la caza estratagemas, astucias;… padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño; … y cuando seáis gobernador, ocupaos en la caza, y veréis como os vale un pan por ciento». Don Quijote de la Mancha). Otras definiciones muy ilustrativas sobre la caza se pueden ver en el texto Don Quijote: Gran madrugador y amigo de la caza (2).

Entre las múltiples citas a la caza que la definen como deporte, a que nos hemos referido, no pueden faltar quienes con mayor autoridad y densidad la han definido. Dice Delibes en La caza de la Perdiz Roja: «El proceso de la caza ha culminado en nuestro tiempo con la democratización de este deporte». Otra autoridad imprescindible, Ortega y Gasset, filosofa en el famoso prólogo con que «Descargada de su forzosidad, la caza se eleva a deporte» y da matices con múltiples sentencias, tal como: «En rigor, el sentido de la caza deportiva no es elevar al bruto hasta el hombre, sino algo mucho más espiritual que eso: una consciente y como religiosa humillación del hombre que liga su prepotencia y desciende hacia el animal». Una definición convincente es la de un conservacionista y cazador como Félix Rodríguez de la Fuente cuando asevera «La caza siempre ha exigido del cazador esfuerzo físico y agudeza mental y en cuanto la caza contribuye a desarrollar los músculos y afinar los sentidos es para el cazador una actividad noble y deportiva».


Cazador solitario (LEO).

En resumen, la caza tiene, entre otros, estos condicionantes: «es una actividad que requiere esfuerzo; que se hace voluntariamente y de manera agradable; que no se asegura ninguna recompensa; que se ejercita al aire libre y que está sometida a normativa»; idéntica definición de la que hemos hecho de deporte, con la que tiene una evidente sinonimia, sin necesidad del aval definitorio que el que le concede la Ley y los más ilustres filósofos, escritores y conservacionistas han venido haciendo de la caza a lo largo de los tiempos.

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