El tiempo y la caza

Cazar sin tiempo, sin ajustarse a horarios preestablecidos, siempre ha sido consustancial a la caza. La Condesa de Berantevilla, prototipo de montera, renegaba cada vez que una mancha se batía en tiempo inferior al necesario. Diego Muñoz-Cobo narra en «Recuerdos de Montería» cómo, en su época en Sierra Morena, el tiempo resultaba irrelevante. Paco Basarán, leyenda viva de la montería española, «se cisca en el tiempo cuando caza». En el aguardo al jabalí, el tiempo falta, no sobra. En una «actividad felicitaria», como definió Ortega y Gasset la caza, cuanto más tiempo cazando, más felicidad.


Vacio
Comparte este artículo

Publicidad