El duende de las cumbres

Enfrentarse a un oso herido en su guarida, recibir la carga de un enorme jabalí acorralado o rematar un venado de imponente cornamenta cuando los sabuesos de Baviera lo tenían arrinconado eran proezas que abarcaban afición cinegética, coraje y valor, más aún si el cazador sólo iba armado con una lanza corta, una ballesta o una simple garrocha. Así eran los métodos de caza de la Edad Media, muy diferentes a los de hoy día, pero que ilustraban fehacientemente la pasión por este arte.


Vacio
Comparte este artículo

Publicidad