Enero. Comienzo de año y ecuador de la temporada de la caza mayor. Pero en lo que al jabalí respecta, aún no se ha cruzado el eje central de su ciclo vital una vez establecido su inicio con el celo de la especie. Sería éste un mes duro en un análisis cómodo; es decir, sin preocuparnos mucho de desmembrar lo que sucede en las diferentes poblaciones peninsulares de la especie.
Patricio Mateos-Quesada | 20/01/2009
En general será duro para una especie aquel período en el que las penurias alimenticias se dejen sentir en las carnes de los individuos y, ahora mismo, no es hambre lo que pasan muchos de nuestros jabalíes peninsulares. Concretando algo y sin sacudirnos mucho de esa comodidad a la que antes hacíamos alusión, podemos establecer dos Iberias para los jabalíes, dos Iberias que apretarán el hambre en diferentes momentos del año.
Una de ellas estará situada en la España húmeda, en el centro y norte; la otra la ubicaremos al sur de la anterior, más en la España mediterránea, aunque este mar diste cientos de kilómetros de muchos de los bosques a los que cede su nombre. En el norte arreciará el frío y caerán copiosas nevadas que empujarán a las poblaciones de ungulados al fondo de los valles, obligándoles a hacinarse, en ocasiones, y buscar recursos en el límite de sus posibilidades. Sus parientes del sur tendrán los últimos restos de las bellotas si el año ha sido moderadamente generoso, abundante hierba por poco que haya llovido y numerosos tubérculos e invertebrados en un suelo asequible a las posibilidades de su jeta. Eso sí, ¡qué frío...! Pero el frío se solventa con alimento y una buena capa impermeable de grasa y pelo, por lo que en estas poblaciones no podemos hablar de época limitante en el sentido de que sea la época que enrase el cupo posible de jabalíes en una zona, en una comarca o en un área de mayores dimensiones. Ya hablaremos más adelante de la época limitante en el área mediterránea, cuando la falta de comida en el bosque mediterráneo se una al calor insufrible y a las hordas de parásitos que mellan los escasos recursos de los individuos.

En la gestión de estos suidos no debemos olvidar que el principal competidor de un jabalí es otro jabalí, lo que puede traer malas consecuencias para los ejemplares más débiles. © Eduardo Ruiz Baltanás.
Sí es limitante el frío en el norte y, como comentamos en el párrafo anterior, este concepto utilizado en biología hace referencia al número posible de efectivos en un área, en el momento del año en que las condiciones sean más duras y den al traste con las aspiraciones vitales de muchos individuos. Hace mucho frío en el norte y hay poca comida disponible; aparentemente, esto limita más a una población que el hecho de que no exista comida y haga calor, pues es evidente que ese aporte extra para el mantenimiento del calor corporal no es necesario durante el verano.
Todo esto afecta a las poblaciones y, con seguridad, los contingentes poblacionales del resto del año se ven mediados por este cuello de botella que representa este momento. Además, es posible que afecte a buena parte de las estrategias para hacer frente a los objetivos de los individuos, posiblemente a su mecanismo metabólico en según qué aspectos, e incluso en su propia morfología. Esto último es patente en el tamaño de los individuos: existe un mayor volumen de los jabalíes del norte frente a los del sur como consecuencia del frío, explicada por una regla que es seguida por buena parte de las especies cuya área de distribución abarca zonas frías y calientes. Cuanto mayor es un individuo, menor es su superficie de contacto con el aire en relación al volumen que ocupa, por lo que así tendrá menos pérdidas de calor. Por contra, un jabalí de climas calurosos tendrá un menor volumen para poder regular mejor su temperatura durante los rigores del estío.

Sí es enero un momento oportuno para suplementar con alimento a los jabalíes del norte de España, pues tienden a hacinarse en áreas reducidas y las negativas consecuencias del frío pueden paliarse en cierta medida con este aporte extra. © Eduardo Ruiz Baltanás.
Pero el lector avispado se preguntará: ¿un jabalí voluminoso en tierras calurosas, no tendrá más éxito a la hora de reproducirse al enfrentarse con otros de su sexo con mejores resultados? Efectivamente, esto es así; cuanto mayor es un jabalí, mejores resultados tendrá en sus enfrentamientos, caso de ser macho, y más acceso tendrá a la cubrición de las hembras. Ahora le toca a la especie establecer el equilibrio entre intereses opuestos en cada individuo para encontrar un tamaño óptimo, algo no poco complejo, pues podríamos adjuntar más argumentos biológicos relacionados con el tamaño del individuo.
Diferencia en rutas de comida
Hablamos durante el mes de diciembre de cómo los individuos buscan su propio interés y de cómo son diferentes los lugares en los que machos y hembras pasarán el invierno, amparados cada uno de ellos en su propia estrategia para conseguir sus fines. Esta idea sigue siendo similar para el mes de enero, con la salvedad añadida de que pueden juntarse ambos sexos en neveros muy recios y en tiempos extremadamente desapacibles; en este caso no es que se unan para luchar juntos contra el clima, sino que coinciden en los mismos lugares hasta los que han sido empujados de sus cuarteles de invierno. Y esto puede ser un problema añadido para los individuos. No debemos olvidar que el animal que más compite por los recursos de un jabalí es otro jabalí, lo que podría traer consecuencias para los individuos más débiles. En bosques mediterráneos no sucederá esto, y machos y hembras campean por separado, los machos generalmente solos y las hembras en grupos familiares, muchas veces en contacto con otros grupos a los que les una cierto grado de parentesco. En términos generales, los machos suelen moverse por las umbrías de las sierras y las hembras lo harán por las solanas, o al menos mientras arrecian los fríos y antes de entrar en otros momentos críticos del celo, como pudieran ser los momentos previos al parto.
Un alimento oportuno
En este mes sí es acertado el aporte alimenticio en la época limitante en el norte. Los jabalíes pueden hacinarse en reducidas áreas y la persistencia de una fuerte climatología en contra de estos ungulados puede paliarse en cierta manera mediante el suplemento alimenticio. Unos comederos adecuados, separados entre ellos y distribuidos de la manera más abundante y más uniforme posible, posibilitará la supervivencia de una serie de individuos que de otra manera podrían sucumbir. Como es natural por el estado en el que se encuentran las hembras, un elevado porcentaje proteico será lo más adecuado para el desarrollo de los fetos y evitará en lo posible la reabsorción embrionaria.
Puede, además, este suplemento, servir para localizar los jabalíes en determinadas zonas en aquellos momentos previos a la batida o a la caza en cualquiera de sus modalidades.

Suplementar con comida en esta época puede servir para localizar los jabalíes en determinadas zonas en aquellos momentos previos a la batida o a la caza en cualquiera de sus modalidades. © Guy Fleury.
Y donde será de nuevo una verdadera herramienta de gestión este aporte suplementario será ahora en el sur de las poblaciones peninsulares. Hemos pasado la época de abundancia, de la bellota de encina, y a estas alturas es fácil que ésta haya acabado y sólo quede la de alcornoque, si en el año hubiera habido producción. Eso quiere decir que podremos mover a los jabalíes de nuevo hacia las manchas que nosotros queramos y podremos llevar a cabo concentraciones de machos y hembras en diferentes espacios de nuestras manchas.
Adecuado es entonces que el gestor lleve a cabo una planificación integral del espacio y del momento de caza en su unidad de gestión. Si este espacio carece de bellotas en abundancia, las monterías en su coto serán ruinosas en los momentos en que estos frutos estén presentes en espacios linderos y deberá esperar a que este recurso finalice para estar equiparado en posibilidades con otras fincas. Así, debe contarse con comederos adecuados y siempre ubicados en lugares apropiados para evitar grandes desplazamientos a los jabalíes y favorecer el sexo adecuado.
Este aporte puede ser utilizado, además, para la estima del número poblacional y establecer la pirámide de edad de nuestra población, datos que deberían ser contrastados con los resultados de nuestras monterías y poder corregir determinados manejos que nos lleven a resultados no apetecidos. Entre éstos estaría la caza excesiva de hembras líderes, preñadas en estos momentos si la población sigue un patrón natural, o la ausencia de machos y, por tanto, de trofeos.
Una vez más aportamos una nueva visión de cómo puede ser de compleja la gestión del jabalí en nuestros bosques peninsulares. Pero a la vez posible. Insistimos en la lectura detallada y acertada de cada una de las fincas que deben tratarse para su manejo: caben soluciones generales, pero todas y cada una de ellas han de aplicarse con cierta particularidad en cada una de las fincas. Por otra parte, y unido de manera importante a lo anterior, existe una serie de lecturas que serán de principio a fin, específicas para cada unidad de gestión.

Cada día conocemos algo más de los jabalíes, por lo que las nuevas técnicas de gestión deben incluirse en la ordenación de este recurso cinegético si queremos que nuestras monterías ofrezcan un buen plantel al tocar las caracolas. © A. Mata.
Debemos plantear, por tanto, si es el jabalí el montante principal del éxito de la batida o de la montería, cómo se han dado las manchas hasta ahora y cómo determinadas variaciones en esta disposición de espacio y tiempo pueden mejorar los resultados de cada una de las jornadas de caza.
La tradición puede ser un factor importante y deseable en el devenir de las jornadas de caza, desde el principio en el desayuno hasta el final junto a las reses abatidas, pero las nuevas técnicas de gestión deben formar parte y encontrar su hueco en este tipo de lances. Los avances en el conocimiento del jabalí y el éxito en la aplicación de estos conocimientos, así lo aconsejan.
Pedro Fernández-Llario (Veterinario)
Este artículo pertenece a la serie
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